Una campaña tan mala tenía que tener un final así. Perdiendo contra Aldosivi, en el Gigante, que llegó con la única premisa de cumplir con una obligación y se fue ganando con goles de Cabrera y Martínez. Central jugó tan mal como siempre, y ni siquiera tuvo el amor propio del que no quiere perder. Fue dos a cero, el peor final para terminar esta triste historia.
Parecía una práctica de invierno con público, cero motivación. De los dos lados, con Central interpretando que por ser local estaba obligado a buscar el gol. Y Aldosivi intentando guardar cierto orden para no desprotegerse atrás. Así fueron pasando los minutos, nada de nada. Central y la pelota sin un patrón de juego definido. Aldosivi esperando que termine.
En ese contexto tan pobre, Carrizo regalaba la pelota sin razón alguna. Méndez las quería todas y no resolvía ninguna como la gente. Coniglio no se conectaba con los que la traían y el tiempo se iba inexorablemente. Apenas Rivarola intentó con un par de remates, pero Palma lo sacó en el entretiempo.
Cuando nada lo presagiaba el pibe Delgado perdió la pelota y Martín Cabrera definió muy bien. Así Aldosivi pasaba a ganar sin haber atacado jamás, parecía injusto pero la falta de capacidad para definir las acciones que mostró Central fue su peor castigo.
Tan frágil fue el ataque canalla que en todo el primer tiempo Aldosivi cometió dos infracciones, y con eso le alcanzó para mantener el cero en su arco. El que estaba empecinado en cometer faltas era Méndez: arrancó el partido con cuatro amonestaciones y se lo notaba dispuesto en ver la quinta. Ya está, uno menos para el partido con Defensa, en Florencio Varela.
El segundo tiempo mostró un limitado orgullo de Central para ir, al menos, por un empate. Sin ideas, como durante toda la temporada. Pero con algo de ganas, a quince del final Medina vio la roja en una decisión un tanto exagerada del árbitro. Nada cambió demasiado, otra derrota en Rosario. Y ya no importa si el rival pelea, como Unión, o no. Martínez marcó el segundo como la estocada del final. “Que se vayan todos”, fue el último canto del Gigante.