El día después de los actos vandálicos que anteanoche protagonizó un grupo de hinchas de Central, distintos puntos estratégicos de la zona céntrica de Rosario amanecieron con una escenografía devastadora, propia de un sismo: rastros de vidrios rotos en viviendas, comercios, restoranes, puestos de diarios y edificios judiciales; destrozos en autos particulares y móviles policiales; pintadas en fachadas y persianas de locales de la peatonal Córdoba; y un total de 4 uniformados heridos y 97 detenidos que con el curso de las horas recuperaron la libertad. La furia de los irascibles canallas arrasó con todo lo que tenían a su paso y, más allá del rápido accionar policial para evitar que se produjera un trágico enfrentamiento con simpatizantes de Newell’s, los que más lo lamentaron fueron vecinos, comerciantes y ocasionales automovilistas.
“Los hechos de violencia no me sorprenden, aunque tampoco los esperaba”, reconoció el jefe de la Policía de Rosario, Marcelo Casajus. “La ciudad no está para bromas futboleras y no es momento para adherirse a ningún tipo de marchas y convocatorias”, consideró el secretario de Seguridad de la provincia, Horacio Ghirardi. “Fue realmente espantoso. Esto me provoca tristeza. Ver que una persona que trabaja diariamente encuentra todo destruido cuando no tiene nada que ver con el fútbol”, lamentó el juez de Instrucción de la 7ª Nominación, Juan Andrés Donnola, a cargo de la causa.
El trayecto de la furia
Anteanoche, la violencia regó de pánico las calles céntricas de la ciudad, tras una marcha convocada en el Monumento a la Bandera, a la que asistieron cerca de dos mil hinchas, que en un principio tenía sentido pacífico. Pero sólo bastaba que alguien tirara la primera piedra. “Teniendo en cuenta los actos previos, como frente a la casa de Horacio Usandizaga, decidimos reforzar otros puntos estratégicos. La gente se desplazó hasta la sede de calle Mitre. En el trayecto pintaron edificios públicos, viviendas y negocios, también provocaron destrozos en vidrieras e incluso robaron aparatos de telefonía celular. En Córdoba y Mitre se encontraron con el vallado y no pudieron llegar. Entonces comenzaron a tirar piedras al personal policial, resultando herido un efectivo con un corte en la cabeza”, precisó Casajus.
Más de veinte pintadas aparecieron por la zona del Paseo del Siglo y también se produjeron destrozos por la peatonal Córdoba, en comercios y hasta en quioscos de revistas. “De allí se fueron hacia Pellegrini y comenzaron a marchar hacia el parque Independencia. En Newell’s había gente comiendo en la zona del camping. Obviamente no podía continuar la avanzada por lo que a la altura de bulevar Oroño se dispuso detenerlos. Allí comienzan los destrozos, sobre todo contra los vidrios de Tribunales, pero era importante que se negara el avance. Terminaron incendiando un cuatriciclo policial. Después ingresaron en un edificio de calle Moreno casi Montevideo y rompieron vidrios”, siguió Casajus con el relato de la saga violenta.
Ya no hay detenidos
Además de las secuelas materiales de una noche de furia, también se contabilizaron 97 detenidos. “Veinte eran menores de edad y rápidamente recuperaron la libertad”, indicó el juez Donnola. Los 70 restantes, algunos con antecedentes, fueron trasladados desde las comisarías céntricas a la Jefatura de Ovidio Lagos al 5200. “Hubo que separar los casos puntuales de robo de los que arrojaron piedras, o los que sólo estuvieron en la marcha y quedaron enredados. En la mayoría de los casos, se aplicará la figura de daño y daño calificado”, añadió el magistrado que entiende en la causa.
Con el correr de las horas, los detenidos fueron liberados. “No los tenemos identificados como barras”, aclaró Casajus. Y sobre la posibilidad de que se convoquen nuevas marchas, el titular de la UR II reconoció que “se gestan con mucha facilidad a través de internet. Tenemos que ir diagramando todo minuto a minuto. Desde el domingo que estamos corriendo”.
El día después de la furia canalla dejó secuelas. Daños materiales, detenidos y heridos. Jefes policiales, funcionarios gubernamentales y representantes de la Justicia trabajan en equipo para que no se produzca una tragedia.