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Yamila, la joven que se recibió de abogada mientras le daba batalla al cáncer

Le detectaron la enfermedad cuando le faltaban tres materias para cumplir su sueño. Hoy, recuperada y con su título bajo el brazo, quiere ayudar a concientizar sobre la enfermedad y cómo sobrellevarla

*Por Gonzalo J. García 

Yamila Ruíz tiene 30 años y es abogada. El año pasado, cuando sólo le quedaban tres materias para recibirse en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), descubrió que tenía lo que se conoce como Linfoma de Hodgkin clásico, un tipo de cáncer que ataca los glóbulos blancos. Sin embargo, a la par que luchaba con su enfermedad, puso todas sus energías para cumplir su sueño de ser profesional del derecho. Hoy, habiendo superado su afección, cuenta su historia.

Nacida y criada en Rosario, Yamila desde que terminó la escuela sabía que quería estudiar derecho. Desde hace un tiempo trabaja en un órgano del Ministerio Público de la Acusación, empleo que logró luego de varios años de prácticas, dedicación y pasantías.

Vivió una vida normal hasta que el 12 de mayo de 2019 corrió una maratón de 10 kilómetros que, sin saberlo, le salvó la vida. “Tardé tres días en recuperarme luego de la maratón, me tiró a la cama y casi no podía levantarme. Comencé con síntomas, sudoración nocturna, fiebre, inflamación del vientre, caída progresiva del cabello, lo mismo con la cejas, y se me inflamaron los ganglios del cuello y de la ingle”, dijo.

Le consultó a una compañera de trabajo, kinesióloga, por la hinchazón en la ingle, suponiendo que se había excedido en el gimnasio, pero le aconsejó que vaya al médico. “Me abrieron excepcionalmente el laboratorio bioquímico del establecimiento donde me atendí para que me hagan análisis de sangre y orina. Ahí ya me empecé a dar cuenta que era algo malo. Me dijo el médico que había sólo dos posibilidades; sida o cáncer”, contó.

Al descartar el sida, Yamila se sometió a que un cirujano le extraiga los ganglios para hacer una biopsia con el fin de detectar la enfermedad: “El 14 de junio llegaron los resultados y me informaron que padecía de Linfoma de Hodgkin clásico. Cuando me enteré estaba en el trabajo y no lo sabía ni pronunciar, por lo que lo googlee y me quedé helada cuando leí la gravedad. Es parecido si se quiere a lo que es la leucemia, una enfermedad que afecta la sangre”.

Uno de los problemas del Linfoma de Hodgkin es que tiene todos síntomas al principio similares a los de un resfrío fuerte: “Recuerdo que en marzo del año pasado estuve con lo que pensaba que era gripe durante 15 días. Vino un médico a domicilio y me dio corticoides, los cuales en realidad esconden los síntomas, pero ahora viéndolo en retrospectiva el cuerpo me estaba dando señales de que algo ocurría. Es importante hablar de esta enfermedad para que se conozca la existencia”.

Una vez conocido el diagnóstico, el paso siguiente fue realizar un estudio PET (Tomografía por Emisión de Positrones), el cual se hace cada tres meses, para monitorear el estado de situación. “Me salió que estaba en un estadío cuatro, y eso fue un golpe duro porque pensé que recién arrancaba la enfermedad y en realidad estaba muy avanzada ya que había llegado hasta la médula ósea. Cuando mi mamá retiró los exámenes le dijeron que si no hubieran saltado los síntomas me habría quedado sólo un mes de vida. Ahí empecé la quimioterapia, y desde el vamos me avisaron que la medicación era muy dura y de todas las consecuencias de la misma. Fue todo muy rápido, en menos de un mes mi vida cambió por completo”, recordó.

Al ser un tratamiento tan invasivo, Yamila se obligaba a comer, aunque no tuviera ganas, porque el procedimiento le cambiaba el sabor de la saliva a causa de la alta cantidad de químicos. También tomó la decisión, antes de comenzar, de raparse porque no iba a soportar ver como se le caía el pelo.

«En ese proceso te das cuenta de un montón de cosas, valoras más todo y te hace más humilde: la vida se me hizo más lenta y liviana, ya no estoy al palo como antes y entendí que hay que escuchar al cuerpo. La enfermedad ahora sólo me dejó cosas buenas, yo me siento un mejor ser humano”, aseguró.

En este tiempo, Yamila pasó por 12 quimioterapias, 5 estudios PET, 29 análisis de sangre y 1 punción de médula ósea. Hoy, a poco más de un año del diagnóstico, superó con éxito el Linfoma de Hodgkin y uno de los desafíos que tiene es difundir su caso para que se tome conciencia de la existencia de esta enfermedad.

«Es una enfermedad de personas jóvenes y me gustaría transmitir un mensaje de esperanza. Tenía dos opciones cuando descubrí lo que me sucedía; me dejaba estar y hoy no estaría contando mi historia o le ponía muchas ganas y trataba de superarlo. Quiero poder ayudar a otros que están en la misma situación”, contó.

La Universidad, esa paz en medio de la tormenta

Dicen que nada ni nadie puede golpear tan duro como la vida misma, y sin embargo, ni eso impidió que Yamila siga adelante. “Se me dio por la lectura, me llevaba muchos libros pero también los apuntes de la facultad a las quimio, porque me faltaban sólo tres materias para cumplir mi sueño de ser abogada”, dijo.

La joven admite que tuvo mucho miedo, pero que se produjo un click cuando pudo hablar con una de sus docentes, quien es la Jefa de Trabajos Prácticos de la materia Derecho a la Insolvencia, que tuvo la misma enfermedad a los 19 años.

“Me dijo que la quimio funcionaba y eso me dio esperanzas. Es algo que siempre le voy a agradecer, como también a todos los docentes que me comprendieron y apoyaron cuando les comenté que había semanas que no iba a poder cursar porque el cuerpo no me dejaba. Me ayudaron mucho y me dieron fuerzas”, recordó.

El 3 de diciembre de 2019, el día del médico, Yamila rindió su última materia y logró lo que tanto buscaba. “Fue una satisfacción personal, pero también un regalo para todo el equipo médico que tanto trabajó y me ayudó a transitar ese duro momento. Hay muchas personas que están detrás de este proceso y cada una fue especial para que pudiera salir adelante”, valoró.

Para lograr su sueño, se levantaba a las cuatro de la mañana para estudiar y poder combinar sus tiempos con el trabajo y las sesiones de quimioterapia: “Ese día sentí verdaderamente paz, porque fue mucho sacrificio a lo largo de la carrera. A veces sigo sin creer que pude lograrlo. Realmente fue muy emotivo ver a mi familia y amigos luego de aprobar, y considero que es un sueño hecho realidad”.

“No puedo más que agradecer a la universidad, soy lo que soy gracias a ella. Cuando arranqué a cursar vivía a unas 80 cuadras de la Facultad y gracias a la beca de transporte podía ir todos los días. Las becas son muy importantes, porque yo no siempre tuve un trabajo fijo y me ayudaron en esos momentos donde más lo necesitaba”, agregó.

El 16 de octubre, Yamila recibió su título universitario de mano del rector de la UNR Franco Bartolacci y del decano Hernán Botta. “Me sorprendió mucho la presencia del rector porque yo le escribí el día anterior por Instagram contándole mi historia ya que quería agradecer lo que significó la educación pública para mí en un momento tan duro. Nunca esperé que apareciera para entregarme el título, y fue una gran alegría cuando vino. Le confesé a él y al decano que la universidad me salvó la vida porque lo siento así. Yo no podía hacer otra cosa que estudiar, y eso funcionaba como un cable a tierra. Me hacía bien a la cabeza, era transitarlo de la mejor manera. Esas tres materias me salvaron”, contó.

También recalcó el esfuerzo colectivo que está realizando toda la comunidad universitaria en este tiempo de pandemia. “Los docentes siguen dando clases, toman exámenes, los estudiantes siguen esforzándose y los administrativos siguen trabajando. La Universidad se hace entre todos, poniendo un poco de cada uno. Quizás en estos momentos le está salvando la vida a alguien más, como lo hizo conmigo”, señaló.

El camino de Yamila dentro de la UNR no termina acá, sino que recién empieza, ya que está realizando una adscripción y el profesorado con la ilusión de poder convertirse en docente de la institución.

“Me recibí estando enferma y pude retirar el diploma estando sana. La universidad no sólo me dio mi vida, sino que las herramientas para poder ejercer mi trabajo. La Facultad de Derecho es como mi segunda casa, es el lugar donde soy feliz. Mi paso por la universidad no lo cambio por nada”, cerró

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