La identidad en un sentido amplio, partiendo de la idea de indagar en las paradojas del “yo” en un mundo que cataloga identidades, es lo que aparece en primer plano en YONOYO, una obra de danza contemporánea creada de manera conjunta entre Aaron Lescano, Sonia Petric y Rut Pellerano y con el aporte desde lo audiovisual de la realizadora, actriz y directora teatral Agustina Toia en su registro, dado que el material, en este contexto de restricciones por la pandemia, se conoció el pasado 8 de mayo y se podrá disfrutar de manera online todos los sábados de mayo y junio.
“Se trata de una obra que establece un diálogo perfomativo entre los intérpretes y los espectadores a partir del simple juego de afirmación/negación yo soy–yo no soy. Y se desarrolla en un espacio vacío, libre de elementos, un espacio receptivo a la plasticidad de las imágenes del movimiento donde los cuerpos que danzan transforman en poesía la escena”, detalló la bailarina, coreógrafa y docente de danza contemporánea Rut Pellerano.
En YONOYO, una especie de juego de palabras que pareciera remedar el clásico “ser o no ser” de la tragedia Hamlet de Shakespeare, los elementos de la dramaturgia (textos, movimientos, fotos) se proponen como un collage, un montaje que desdibuja la referencialidad. “Así, esta propuesta artística despliega su estética como una recreación de identidades que se arman y se desarman, se confunden; se funden. La cámara acompaña la propuesta como una mirada que permite confundir aún más la referencialidad identitaria; caminos que se irán construyendo, desde adelante, desde atrás, desde arriba, desde abajo, jugando con la simultaneidad de miradas”, expresó Pellerano.
La directora e interprete amplificó el concepto de identidad, que es transversal al material: “El tema de la identidad es central en la propuesta y es desde donde surgió la investigación que llevamos adelante. Así, lo que se interroga son los mandatos, sociales y familiares, que determinan quién es cada uno sin aire para poder siquiera imaginar otra cosa o dar lugar a otros aspectos de sí mismo. Intentando interrogar estos mandatos es que tanto los textos como las vivencias y las imágenes que se interpretan, viajan de una persona a otra tratando de desdibujar quién es «yo». Y esto, más que nada, porque lo que intentamos poner en juego y en cuestión es que muchas veces se define ese «quién sos» sin permitirte pensar o intentar ser otra cosa. Por ejemplo: cuantas veces en la escuela se le dice a un niño «a vos no te da la cabeza para estudiar matemáticas». Y con esa frase, si el niño se la cree, no estudiará nunca una carrera ligada a las matemáticas aún si siente que le gustaría estudiar eso. Otro niño, con otra personalidad o sostenido afectivamente desde otro lado, manda a la maestra a cagar y va y estudia lo que siente que le gustaría, y se recibe de ingeniero”.
Y destacó, en relación a la apropiación escénica de ese concepto: “Lo tomamos también porque la vivencia, el sentir del otro, también puede ser el mío; una especie de encuentro de afectividades. Por eso planteamos la cuestión de la identidad en todo los aspectos posibles del término y sin nombrar ninguno en particular, porque sólo jugamos con nuestros nombres propios. Identidad de género, raza, deseos, búsquedas, todo”.
La creadora también ahondó en lo estético y en el cruce de lenguajes que se requiere para abordar un material de estas características en un contexto de no presencialidad. “Esta propuesta surge de un cruce de lenguajes, porque los textos, las imágenes, la danza se entremezclan en un tejido único. Pero también, porque de algún modo todo puede ser entendido como danza, si asociamos a la danza con la potencia de un cuerpo o varios, la palabra y la imaginación poniéndose en juego en una propuesta artística determinada. El cruce de lenguajes no es algo nuevo, se trabaja desde allí hace ya hace mucho tiempo, pero brinda una fuerza y una potencia que un sólo lenguaje en sí mismo tal vez no tenga. En esto coincide con la pregunta por la identidad que se plantea a lo largo del trabajo, porque también puede surgir como pregunta si esto es o no es danza”, precisó.
Finalmente, Pellerano habló de un presente donde a la presencialidad se la evoca a la distancia: “Este trabajo nació, precisamente, cuando la restricciones por la pandemia se flexibilizaron un poco. Compartíamos la necesidad de juntarnos a crear después de un año detenidos, sin poder hacer nada. Finalmente lo concretamos de esta manera online y lo que priorizamos fue nuestro proyecto en sí; a pesar de todo, dar lugar a nuestro deseo, a nuestras ganas de hacer cosas. Pero está claro que no hay posibilidades de comparar esta versión con la del vivo; las artes escénicas se desarrollan y están vivas, en escena, y este es otro lenguaje, quizás más cercano al de la videodanza. Y no ponemos esto sobre lo otro; esto es lo que podemos hacer ahora y como artistas, más allá de que esperamos poder volver a los escenarios lo más pronto posible, elegimos privilegiar poder hacer algo a decidir no hacer nada”.
Para agendar
La obra de danza contemporánea YONOYO se podrá ver de forma online los sábados de mayo y junio. Aquellos que quieran sumarse a la función podrán hacerlo enviando un correo a yonoyodanza@gmail.com o por WhatsApp al 341-5093308. Las funciones se presentarán a las 20.30. Entre las 20 y las 20.15, las y los espectadores recibirán un link y una clave por la que pueden ingresar a ver la obra y el enlace permanece disponible hasta la medianoche de ese mismo día. La entrada es a la gorra por transferencia bancaria.