En una señal sobre la nueva política económica, la petrolera YPF anunció que dejará de importar de China y Pakistán sus tradicionales pelotas de promoción para el verano y ahora se las comprará a una pyme nacional. La firma encargó 1.500 balones de fútbol a «Dale Más», un fabricante ubicado en la localidad de cordobesa de Bell Ville.
«YPF vuelve a comprar pelotas de fútbol en el país. Un giro importante en el manejo del poder de compra del Estado a favor del desarrollo y la generación de puestos de trabajo», dijo el empresario textil Damián Regalini, dirigente de la Fundación Protejer. Manifestó su esperanza que este sea «el primer paso para recuperar la ley de Compre Nacional, derogada durante el macrismo».
El directivo de Dale Más Fernando Fuglini destacó que «se logró hacer la primera venta, que es abrir la puerta de futuras operaciones comerciales». «Por ahí la cantidad no es la que esperábamos, pero es la primera y eso es importante», reconoció y adelantó que se le propondrá a YPF, como sponsor oficial de AFA, que presente una «verdadera pelota de fútbol cosida a mano» para que puedan jugar las inferiores y fabricada en Bell Ville.
A principios de 2019, la firma fabricante de pelotas de Priball había anunciado su cierre en Bell Ville y culpado a la decisión de la petrolera de comprar en el exterior las tradicionales pelotas. «La caída de la promoción de YPF nos devastó», había lamentado hace poco el dueño de la firma, Mariano Privitera.
“Vuelve el verano, vuelve la pelota”. Con este eslogan, YPF promocionó la venta de unas 580.000 pelotas de fútbol a través de su programa Serviclub. Si el cliente tiene los puntos suficientes y eroga unos pesos más, se lleva una número 5. La petrolera mixta de mayoría estatal va por el cuarto año consecutivo de esta campaña promocional. Hasta ahora, lleva importados más de 1.500.000 balones, mayormente de China y Pakistán.
La otrora capital de la pelota, hecha ídem
Bell Ville fue hasta no hace mucho la capital de la pelota de fútbol, y no por una operación de márketing sino por su historia. Tres vecinos, Luis “Poveo” Polo, Antonio Tossolini y Juan Balvonesi, diseñaron una pelota «sin tiento» que mantenía el aire en su interior mediante una cámara dotada de una válvula con pico oculto. La patentaron el 20 de abril de 1931. Fue la “Superball”, que marcó una época y desplazó de las canchas argentinas, y del mundo, los balones con boca de tiento, un cordón de cuero que cerraba la boca entre gajos. Eran pesados, con gruesas costuras que rebotaban o se desplazaban mal, y causaban lesiones en los jugadores: de ahí que, en viejos tiempos, los delanteros usaran gorras para evitar que un buen cabezazo terminara con una costura en el cráneo.
A lo largo del siglo XX se consolidó la industria de la pelota de fútbol, con empresas más grandes, como la ahora proveedora de YPF Dale Más –que también fabrica camisetas–, talleres pyme, emprendimientos familiares y cooperativas. La importación indiscriminada de balones, súperindustrializados y de costos con los cuales fue imposible competir –un tercio de los precios cordobeses–, arrasó con ese circuito productivo.