YPF tiene el objetivo de dar de baja a 2.000 trabajadores, según advirtió ayer el titular del sindicato de petroleros de Neuquén y Río Negro, Guillermo Pereya. El número está casi en línea con una caracterización del gobierno nacional según la cual en la petrolera hay un excedente de 2.500 puestos de trabajo.
Estos números empiezan a circular en el contexto dado por el deficiente balance de YPF durante 2015 y el último trimestre de ese año, conocido ayer, y una fricción creciente entre el ministro de Energía, Juan José Aranguren, y el titular de la petrolera, Miguel Galuccio, a quien en medios oficiales se da por desplazado desde la próxima asamblea de accionistas en abril.
Esa enemistad que podría considerarse de carácter casi personal no puede ocultar, sin embargo, que la caída en el precio internacional del petróleo y el cambio en el gobierno nacional están poniendo término al proyecto de desarrollar los recursos no convencionales de Vaca Muerta.
El gobierno ya decidió que YPF no tendrá más financiamiento de la Anses. Según la empresa, además, el Estado le debía al 31 de diciembre alrededor de 12.000 millones de pesos por los estímulos a la producción de petróleo y gas que no está claro en qué plazo va a cubrir.
En esas circunstancias, para seguir desarrollando Vaca Muerta a YPF sólo le quedaría salir a buscar deuda en el exterior, pero no podría conseguir buenas condiciones financieras por tratarse de un proyecto con fuerte necesidad de capital y rentabilidad muy acotada con los actuales precios internacionales. Además, salir a buscar fondos en el mercado internacional no podría fundamentarse en los precios internos del petróleo y el gas, porque éstos dependen de una decisión política local que además no forma parte de los fundamentos políticos del actual gobierno.
Estas desavenencias entre la administración de Mauricio Macri y la conducción de YPF quedó patente ayer cuando se conoció un tuit de Federico Pinedo tras una reunión de Aranguren con el bloque de senadores de Cambiemos. Pinedo dijo, citando al ministro, que “YPF tiene un endeudamiento que duplica su margen operativo”.
Fuentes de la compañía salieron de inmediato a afirmar que la relación entre la deuda y el EBITDA (ganancia antes de intereses, impuestos, depreciación y amortizaciones) es de 1,35 veces y que esto es uno de los valores más bajos en relación con las petroleras de otros países, y también que no se puede comparar pasivos con margen operativo.
Según el balance, la deuda neta de YPF al 31 de diciembre era de u$s 7.000 millones, mientras que la utilidad operativa fue de $ 16.588 millones, con una relación peor aún a la mencionada por Pinedo aun si pudiera contabilizarse a favor de la empresa la deuda del Tesoro por 12 mil millones de pesos.
Además del derrumbe de la cotización internacional que implicó una desvalorización de los activos, el balance de YPF está afectado porque en 2015 hubo una reducción de los precios en dólares de los combustibles al público y por la inversión que le demandaron las áreas de Vaca Muerta.
En ese escenario, el sindicalista Pereya, que también es senador por el Movimiento Popular Neuquino y cercano al PRO, aseguró que YPF está en quiebra y que la administración actual “es un desastre”, indicando que en adelante sólo hablará con los ministros de Energía y Trabajo.
Esta toma de posición de Pereyra no puede disimular que más allá de Galuccio cambió la óptica oficial sobre YPF y que el gobierno no ve rentable Vaca Muerta con los actuales precios internacionales.