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Zancadilla a la calidad de vida

El Trastorno Obsesivo Compulsivo, que por ejemplo lleva a una manía por la limpieza y el orden, se convierte en crónico si no se trata a tiempo: es una predisposición con la que se nace y puede agravarse en un ambiente de padres exigentes.

El Trastorno Obsesivo Compulsivo (T.O.C), también conocido como epidemia oculta o enfermedad de la duda, es el eje del suceso teatral Toc Toc y su repercusión contribuyó a conocer más sobre esta problemática que hace estragos en quienes lo padecen porque afecta fuertemente la calidad de vida de las personas.

Catalogado como un trastorno psiquiátrico, el T.O.C. se produce como consecuencia de pensamientos, impulsos o imágenes de la mente que involuntariamente generan obsesiones: para reducir la ansiedad que ellas causan, las personas recurren a rituales.

“El T.O.C. es un trastorno neurobiológico. Una predisposición con la que se nace y que puede agravarse en un ambiente de padres muy exigentes y obsesivos”, dijo a Télam Paula Tripicchio, psicóloga del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco).

La problemática, explicó Tripicchio, que podría no agudizarse en ambientes más comprensivos y de menor rigidez, se da “a nivel del neurotransmisor de la serotonina. También se la define como una disfunción de la corteza prefrontal de giro cingulado y ganglios basales”.

La obsesión con la limpieza y el orden, y la duda sobre si la acción se completó, chequeándola una y otra vez son algunas de las más comunes de las conductas propias del T.O.C que en el 87 por ciento de los casos se hace crónico si no se trata.

En los personajes de la obra del francés Laurent Baffie, pueden verse en detalle el síndrome de Tourette y la coprolalia interpretada por el actor Mauricio Dayub, que consiste en no poder dejar de emitir sonidos extraños o insultos; o la obsesión por los cálculos del taxista interpretado por Daniel Casablanca.

Gimena Riestra, en el papel de Blanca, sufre nosofobia, que se materializa en excesivos rituales de limpieza; mientras que Otto (Diego Gentile) manifiesta una obsesión a la simetría y fobia a las líneas.

El T.O.C. de Liliana (Laura Azcurra) se expresa en su ecolalia y palilalia, que la hace repetir todo lo que dice dos veces; y el de María Auxiliadora (Eugenia Guerty) hace a la fanática religiosa verificar sus objetos todo el tiempo.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el trastorno obsesivo compulsivo es una de las causas más importantes de deterioro del estilo de vida no fatal en el mundo ya que sus síntomas perjudican significativamente la vida de los pacientes, interfiriendo con sus rutinas diarias, relaciones y vínculos emocionales.

Para la profesional de Ineco, a 2009 se registró mundialmente una prevalencia de entre 1 y 2 por ciento en niños.

“Entre los más chicos, es más común en las nenas que en los nenes; mientras que en la población adolescente se da más en los varones; y en adultos la prevalencia es del 2,5 por ciento”, sostuvo la especialista. “Se la llama epidemia oculta porque muchas veces es difícil detectar las conductas como rituales propios del T.O.C.”, dijo Tripicchio.

“Las personas que sufren T.O.C., cuando perciben el rechazo social por tener estas conductas reiterativas, tratan de ocultarlas, de no hacerlas frente a la mirada del otro porque no pueden controlarlas, dejar de hacerlas, ya que haciéndolas calman la ansiedad que les produce la obsesión”, señaló.

Aunque, en realidad, “el problema es que el alivio dura segundos. Lejos de calmar la ansiedad, ésta se agudiza”, aclaró.

Lavarse las manos cientos de veces por día hasta lastimarse; ordenar objetos de tal manera de respetar la simetría, hacer coincidir los márgenes; ordenar la ropa por colores; agrupar las cosas, secuenciar; o contar los pasos al caminar o los escalones al subir la escalera son ejemplos de esos rituales.

Se la denomina como enfermedad de la duda, porque “la duda es la que gobierna el cuadro del T.O.C.: ¿habré cerrado bien la puerta? Vuelvo y chequeo”, dijo Tripicchio al describir el pensamiento de la persona que padece el trastorno.

Pero, para la especialista, “cuando se hace muchas veces, incluso cuando se vuelve una y otra vez a comprobar que la puerta está cerrada, estamos ante un cuadro de T.O.C.”.

“No es lo mismo tener una personalidad obsesiva, que implica ser detallista, perfeccionista, porque la persona con este tipo de rasgos obsesivos no sufre. No alcanza con tener esta característica; la diferencia está dada en que el T.O.C. provoca rechazo social, estrés y vergüenza”, añadió. Los rituales pueden tener una correspondencia con la obsesión que los provoca: como el niño que limpia el banco del aula donde se sentaba todos los días por miedo al contagio de alguna enfermedad.

También puede no haber esa correspondencia y la conducta o ritual no tener relación directa con una obsesión, como cuando la persona cuenta los escalones y repite el paso para caer en un número determinado, “con la compulsión de sentir que eso le da suerte”, contó Tripicchio.

La especialista informó que para este tipo de cuadros es recomendable consultar “con un profesional especializado en trastornos de ansiedad u obsesivos compulsivos”.

“Estos síntomas deben tener al menos seis meses de antigüedad. Una vez logrado el diagnóstico, que puede presentarse asociado a trastornos del ánimo, o al déficit de atención, entre otras comorbilidades, con presencia de tics, o conductas del espectro autista, el abordaje más eficaz es la terapia cognitiva conductual, que se basa en la psicoeducación y técnicas de exposición graduales”, dijo la psicóloga.

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