Por: Gastón Marote/ NA
Zokhid Otaboev es un asesino serial de Uzbekistán que mató entre 2010 y 2017 a tres hijos de sus vecinos como venganza porque lo cargaban debido a que no estaba casada y él sintió que se burlaban de su hombría.
Nacido en 1988 en el distrito de Akkurgan, cerca de Tashkent, en lo que era una región mayoritariamente rural poblada por trabajadores de fábricas, Otaboev se desempeñaba como empleado en una de esos lugares, al igual que la mayoría de sus compañeros de aldea.
Tres vecinos de este sujeto, identificados como Abbos Otamurzayev, Shodiyor Aliboev y Zufar Azimboev, lo cargaban y hacían chistes de manera muy reiterada porque ya siendo mayor de edad (22 años) todavía no estaba casado.
Otaboev, según sus confesiones tras ser detenido, relató a la Policía que debido a las cargadas decidió vengarse de sus vecinos matando a sus hijos, haciéndolos sentir aún más humillados de lo que él mismo se sentía.
El 12 de junio de 2010, el múltiple homicida cometió el primero de sus tres crímenes, que vino planeando con mucha paciencia, y vio caminar por la calle cerca de su casa a Shahboz Otamurzayev, de 7 años.
En ese sentido, el criminal lo atrajo hacia su casa y una vez allí lo golpeó en la cabeza varias veces, lo que provocó que Shahboz se desmayara.
Posteriormente, Otaboev estranguló al niño y luego de asesinarlo arrojó el cadáver a un pozo negro, que luego cubrió para que no se pudiera encontrar el cuerpo.
La búsqueda para localizar al niño desaparecido se inició tiempo después y el propio homicida también participó de la misma, pero después de varios meses no se pudo localizar a Shahboz y se suspendieron los ratrillajes.
El 10 de agosto de 2014, cuatro años después, cometió su segundo crimen, ahora atrajo a su casa al niño sordo Yorkinbek Aliboev, de 9 años, tras verlo andar en bicicleta cerca de su vivienda. El método de este asesino fue el mismo: lo golpeó en la cabeza varias veces y lo mato en forma instantánea.
Luego, al igual que lo hizo con Otamurzayev, arrojó el cuerpo a un pozo negro que luego enterró y desechó la bicicleta en un río cercano.
Los investigadores encontraron la bicicleta del niño una semana después, pero no pudieron hallar ni hasta la ubicación del niño ni hasta su posible secuestrador.
La comunidad de la región se unió ante la desaparición de dos niños y se instaló el rumor de que un maníaco estaba secuestrando y matando a niños, lo que provocó que los lugareños, presas del pánico, se marcharan de la mahalla junto con sus familias.
En 2017, Otaboev finalmente se casó con una mujer muy chica, llamada Nargiza, pero así y todo fue a concretar otro homicidio.
En noviembre de ese año, Oybek Azimboev, de 3 años, entró de manera accidental a la propiedad del criminal, quien salió enfurecido de su vivienda y golpeó al pequeño en la cabeza con una tetera, lo que le provocó heridas graves.
Antes de que pudiera matar al menor, Otaboev se enteró de que la madre del niño, Mukhlis, asustada por su larga ausencia, había comenzado a buscarlo.
Fue así que este sujeto arrastró a Azimboev a su granero, donde lo golpeó repetidamente antes de estrangularlo con una cuerda.
Mukhlis, finalmente, llamó a la puerta de Otaboev y le preguntó si había visto a su hijo, pero él respondió que había estado durmiendo y que no sabía que el pequeño había desaparecido.
Después de que ella se fue, Otaboev tiró el cuerpo en un pozo negro cercano, y posteriormente lo enterró allí.
Tres días después que matara a Oybek, este criminal fue detenido por las fuerzas de seguridad locales como sospechoso de los asesinatos de niños que habían asolado la zona.
Durante los interrogatorios, el criminal admitió plenamente su culpabilidad y luego procedió a mostrar los lugares de enterramiento a las autoridades, quienes registraron las excavaciones.
Después de un juicio que duró varios meses, Otaboev fue declarado culpable y condenado a cadena perpetua.