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Zona caliente: la virulencia de la pandemia en Latinoamérica

Varios son los factores que contribuyeron a que la región sea hoy el epicentro de casos de coronavirus, entre ellos la negación ante su peligrosidad y la demora en instrumentar las cuarentenas y la fatal incidencia de sistemas de salud obsoletos, pobreza estructural y economía informal

Juan Aguzzi

La región latinoamericana registró su primer caso el 26 de febrero de 2020 y, un mes más tarde, cuando Italia ya superaba los 60 mil contagios y los seis mil muertos, Brasil tenía apenas 25 fallecidos.

Casi al mismo tiempo que España, gobiernos como los de Perú, El Salvador, Panamá, Chile, Colombia y Venezuela, entre otros, empezaron a aplicar medidas de distanciamiento social y de restricción de la movilidad para evitar los contagios.

Entre los quince países del mundo con mayor número de casos confirmados hay cuatro latinoamericanos: Brasil, Perú, Chile y México, según las cifras de la estadounidense Universidad John Hopkins.

El incremento de los contagios llevó a que los gobiernos de Chile, Perú y Ecuador, tres de los más afectados si se descuenta Brasil –donde el gobierno niega la existencia de la pandemia–, tuvieran que adoptar algunas medidas de protección que al principio se negaban a considerar privilegiando la cuestión económica por sobre la salud de sus ciudadanos.

El Salvador fue uno de los primeros países en adoptar duras restricciones ante el covid-19. Países como Argentina, Paraguay, Uruguay y Costa Rica, que registran un relativo número bajo de contagios confirmados y las muertes no muestran cifras escalofriantes, son excepciones a la tendencia general de la región que apunta al alza y aún está lejos del aplanamiento de la curva.

La razón podría encontrarse en que esos gobiernos fueron diligentes en la aplicación de confinamientos forzosos para evitar la propagación del virus, es decir resultaron eficaces porque se pusieron en práctica en los tiempos adecuados.

Viajeros infectados

La fuerza con la que irrumpió el coronavirus en Europa –sobre todo en Italia y España– generó mucho pánico entre los latinoamericanos que residían en el Viejo continente, muchos de los cuales decidieron regresar masivamente a sus países de origen y, en gran parte, trajeron el virus hacia estas costas con la consecuente propagación a una velocidad también vertiginosa para aquellos países que no tomaron medidas de aislamiento apenas comenzaron a escalar los casos.

Varios especialistas afirmaron que al principio las evaluaciones en los aeropuertos no fueron eficaces porque había muchos infectados que eran asintomáticos pero podían igual transmitir el virus.

Cuando esta gente se reunía con sus afectos comenzó a producirse una ola de contagios que luego se dispersó en cada comunidad.

Las deficiencias estructurales en los sistemas de salud

Hubo países que desde el inicio de la pandemia tuvieron como objetivo fortalecer su capacidad hospitalaria y diagnóstica, y obtuvieron destacables resultados como en el caso de Argentina.

Pero hubo otros que no pudieron adaptarse, o no quisieron, a la velocidad con la que está creciendo el virus. Los casos de Brasil y México son suficientes ejemplos y la situación sigue complicándose cada día más.

La escasa o nula infraestructura sanitaria de buena parte de los países latinoamericanos agravó muchísimo la situación: faltaban hospitales, equipamiento, insumos, personal preparado, laboratorios de testeo, es decir, el abandono y la falta de presupuesto en el área y el desmantelamiento de lo que había fue terrible para una situación como la de una pandemia.

Es decir, los países latinoamericanos tuvieron que importar muchos de los insumos imprescindibles como materiales de laboratorio, respiradores y equipos de protección, y en el contexto de una pandemia global, la región tuvo que competir con aquellos países que no sólo disponen de recursos financieros sino que además tienen el poder político –como es el caso de Estados Unidos– de prohibirle su exportación a las empresas que los fabrican.

La importancia de la adecuada información

Mantener a la población bien informada con mensajes claros y coherentes es un elemento fundamental para obtener resultados en la lucha contra la pandemia.

Personajes nefastos como el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ignoró completamente las disposiciones sobre el distanciamiento social pero también en países como Perú, al inicio de la circulación del virus, buena parte de la gente no sabía usar correctamente las mascarillas, haciéndolo de forma descuidada en momentos de riesgo.

Fue necesario brindar sistemáticamente las instrucciones en relación con el distanciamiento social para evitar las aglomeraciones y establecer límites para las reuniones afectivas.

Claro que en no todos los países funcionó debido a cierta desaprensión de los mismos gobiernos al intentar negar una realidad que se les caía encima.

En algunos casos se minimizó la virulencia del virus y se envió un mensaje equívoco a la población, algo que puede se puede ver y escuchar en las declaraciones de Bolsonaro cuando  decía que el covid 19 era sólo una “gripecita”.

Precarización y pobreza

La insolvencia de la economía de casi todos los países latinoamericanos es una de las causales más importantes cuando se trata de explicar por qué las duras medidas de confinamiento no tuvieron mejores resultados.

El alto porcentaje de trabajo informal ha tornado muy difícil el cumplimiento estricto de las cuarentenas. La pobreza y la economía informal son obstáculos muy duros de salvar al momento de aplicar las medidas de distanciamiento social.

La gente de zonas humildes y marginales no quieren abandonar sus viviendas una vez que dieron positivos mediante los test, y al mismo tiempo hay quienes no subsistirían si no salen todos los días a trabajar, más allá de las ayudas y programas sociales que implementaron algunos gobiernos, que sin duda en algunos casos fueron muy efectivos.

Hay muchos empleos informales en la mayoría de los países latinoamericanos y no todos los gobiernos han dispuesto –por decisión, incapacidad o falta de recursos– una estrategia adecuada para sostener económicamente a la población.

Los grandes mercados populares en los países de la zona andina fueron también peligrosos centros de contagio ya que la gente no podía dejar de ir a vender sus productos o a comprarlos lo cual complicó mucho la situación como en el caso de Bolivia, Perú y Ecuador.

 

Riesgoso desconfinamiento

Hubo países como México que tomaron estas medidas de forma tardía pero también hubo otros que las quisieron aplicar al mismo tiempo que en Europa, cuando en la región apenas la situación estaba en etapa incipiente.

Ahora se quiere hacer el desconfinamiento como se está haciendo en Europa pensando que se está en otra etapa de la pandemia y eso no es real.

No pocos expertos coinciden en que el confinamiento sirvió para reducir la cantidad de contagios pero se debe seguir siendo cauteloso porque en la medida en que comience a levantarse se dará también un aumento de casos puesto que aún no hay nada que garantice la seguridad en la circulación de gente y en las reuniones afectivas, algo que muchos países de la región dejaron de restringir o, directamente, lo hicieron muy tibiamente.

Jarbas Barbosa, subdirector de la Organización Panamericana de la Salud, valora estas acciones preventivas aplicadas en la región, pues considera que durante cierto tiempo fueron útiles para evitar que hubiera una explosión de casos como ocurrió en Italia o en Nueva York.

“Argentina fue uno de los ejemplos exitosos en la aplicación de estas medidas porque de este modo evitó la posible saturación de los sistemas de salud y que las muertes se produjeran  por la imposibilidad de acceder a unidades de terapia intensiva y respiradores”, apuntó el experto.

 

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