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“El único lazo que queda fuerte es el de un hijo”

Por: Paola Cándido. Esteban Levin en su libro “La experiencia de ser niño” convoca a reinventar la textura de la infancia.

Esteban Levin es licenciado en psicología, psicomotricista, psicoanalista, profesor de educación física y director de la “Escuela de formación en clínica psicomotriz y problemas de la infancia”. Levin vive en Buenos Aires y estuvo en Rosario en el marco de las primeras Jornadas Nacionales sobre “Discapacidad y lazo social”, enla Sededela Universidad Nacional, Maipú1065, apresentar su libro La experiencia de ser niño, en el cual se introduce en la problemática de la niñez sostenida por la “pragmática sensible de una experiencia que rompe con la casualidad lineal y el saber hegemónico y convoca a reinventar la textura de la infancia en el devenir de cada acontecimiento”.

— ¿Qué lugar ocupa el niño hoy?

—La problemática de la infancia nos preocupa mucho, el lugar que ocupa el niño, en relación por ejemplo, en la sociedad de consumo, el lugar que ocupa en la familia, los problemas que hoy presentan los niños se parecen mucho al de los adultos, sin embargo son niños. Nos encontramos con niños obesos, con depresión, insomnio. Cada vez más, los niños tienen más diagnósticos, se los medica más, hay más medicación para los niños, que en ciertos casos está bien pero en otros los limita y medicar a un niño significa intervenir en su desarrollo, justo en un momento donde el niño está ávido de plasticidad y de experiencias.

— ¿Qué rol tiene la tecnología?

—En Latinoamérica, por día, un niño está promedio, 4 o 5 horas frente a la pantalla, llámese video games, televisión, teléfono; imagen. Sin embargo, la experiencia corporal, relacional con el otro, es fundamental, y pasa mucho tiempo en esta relación con la imagen. Al mismo tiempo, si pasa tantas horas frente a la imagen y además va a la escuela; cuándo está el momento de intercambio familiar, de transmisión de una intimidad necesaria, de una intensidad de experiencias que pueda el niño apropiarse y que le dejen una huella.

— ¿Qué significa la infancia?

—La infancia es un recuerdo de todos, cuando uno es niño no piensa en cómo serlo, es niño. Las huellas que deja la infancia quedan como base de su desarrollo de su estructuración subjetiva. La escuela cumple una función, los juguetes otra. La conformación cerebral del niño es muy plástica porque tiene una herencia biológica, genética, pero que necesita toda la otra herencia, y esa herencia que es simbólica, tiene que ver con el hecho de poder apropiarse de un lenguaje, de gestos, de valores, de poder jugar, que es una experiencia central como experiencia infantil.

— ¿Dónde quedaron los juegos de antes?

—Cada vez se juega menos, hay todo un tema de consumo en una sociedad donde se ubica al niño como un objeto mercantil importante, el marketing para niños es uno de los lugares donde más dinero se puede recaudar, se puede ahorrar un montón de cosas pero si un nene te pide un juguete…

— ¿Cambió el concepto de familia?

—Sí, ahora hay familias monoparentales, ensambladas, la familia tradicional clásica ya no es la de este tiempo y no es la que va a ir siendo. Tenemos que ser conscientes de que cambió el paradigma. Antes había una familia y tenía un hijo, ahora es el hijo el que define la familia. Y en relación de lo que le pasa al niño se configuran lazos de amistad de adultos, y un montón de decisiones por lo tanto en esta modernidad, el único lazo que queda fuerte es el de un hijo.

— ¿Qué ocurre cuando un niño nace con problemas?

—El lugar que ocupa la infancia es tal que cuando nace un bebe con complicaciones, lo que está en juego, más que el propio niño, es el narcisismo de los padres o el reflejo que implica para los papás. Allí se hace todo un marketing de diagnósticos, pronósticos, de obras sociales, múltiples tratamientos. Por ejemplo, hubo un caso de un niño de 2 años con una inhibición importante, le costaba responder algunos estímulos, estaba más quieto que otros y a los 10 minutos que lo observa una doctora lo diagnostica de “espectro autista”, que es un diagnóstico muy severo. Esto implica sacarle un certificado de discapacidad, que la obra social lo pueda cubrir, se hace tratamiento de psicología, de terapia ocupacional, de psicopedagogía, estimulación. Y al mismo tiempo la madre se fija en internet y ve las distintas características de este síndrome por lo cual, le cuesta verlo al niño en sí y empieza a ver si es autista, espectro autista, si es trastorno general del desarrollo. Entonces la ansiedad, en vez de ayudar a armar esta relación, toma más distancia y la torna compleja. Hay muchos intereses económicos, políticos, sociales en una persona indefensa, pero que ocupa a nivel social, político y educacional un lugar central.

Hay que tomar conciencia que la experiencia infantil de un niño cambió, también la familia que lo rodea y los núcleos donde genera su propia herencia. No digo que esté bien ni mal, hay que repensar en el papel de la escuela, de los lazos familiares, de la plasticidad simbólica que es toda esa experiencia infantil que necesita del otro, que no esta en los genes, pero que al poder apropiarse de lo que la madre le transmite, sin proponérselo sino porque es madre y le transmite amor, la experiencia se multiplica y la capacidad cerebral también.

— ¿Qué hay que transmitirle a los niños?

—Tenemos que pensar qué experiencia le proponemos a un niño hoy, desde la función, del terapeuta, la educación, los padres como para que se pueda enriquecer esa plasticidad orgánica que tiene genética pero que si no encuentra estos otros caminos, es difícil porque van de la mano.

No hay un saber certero que abarque la problemática del niño hoy. Un niño que nació en 2011 es diferente al que nació en 1990, el estímulo de la imagen ocupa un lugar que antes no ocupaba. Hace poco salió un canal de cable las 24 horas para bebés hasta 2 años.

— ¿Siguen vigentes los límites?

— Hoy nos encontramos con padres que tienen miedo de ponerle límites a sus hijos por temor a no ser reconocidos y de nuevo se invierte todo. Antes los padres ponían límites, ahora los hijos vienen a decir si sos o no, un buen padre, un buen docente, tenemos que pensar en esta realidad.

Si los niños son los causantes que muchos padres sigan estando juntos o viceversa, pero de hecho ocupan un lugar.

Un chico hiperquinético, por ejemplo, está inquieto, angustiado. Es muy difícil que un niño venga y te diga: mamá, papá, estoy angustiado por eso no puedo estudiar; por qué no voy a una psicopedagoga, o tenga miedo a la noche, y diga, mejor voy a un psicólogo porque tengo fobias.

Los chicos actúan y ahí le ponen la etiqueta, lo medican, lo ponemos dentro del mercado y ahí tenemos fracaso escolar, de los padres. Es una realidad compleja porque el lugar que está ocupando un niño, en este momento, es complejo.

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