Una gran cantidad de personas se acercó al Club Atlético Defensores de Santos Lugares para darle el último adiós a Ernesto Sábato en la institución donde el escritor fallecido a los 99 años acudía -casi a diario- hasta hace dos semanas atrás a jugar al dominó. Las puertas del club volvieron a abrirse a las 9, luego de haberse cerrado a la medianoche de ayer. Los restos del escritor serán inhumados a las 13 en un cementerio privado de Pilar.
En un ambiente de congoja general, figuras públicas como el senador Daniel Filmus; el director del Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos de la Unesco, Ignacio Hernaiz, y el candidato presidencial por la Unión Cívica Radical, Ricardo Alfonsín se confundían con una gran cantidad de vecinos presentes en el velatorio.
Flores y papeles pegados por los vecinos se sumaron a las coronas que llegaron para expresar sus condolencias, entre las que figuraba una de la presidente Cristina de Kirchner, de la Secretaría de Cultura de la Nación y de la Embajada de España.
«Se fue el más grande», alcanzó a decir Alfonsín, antes de entrar en el velatorio y Filmus se detuvo unos instantes para subrayar que con la muerte de Sábato «la Argentina pierde un baluarte del pensamiento humanista, pacifista y racional». Y recordó que siempre había sido un hombre preocupado por las consecuencias de la técnica sobre la condición humana, al mencionar «Hombres y engranajes», un ensayo del escritor.
«Tuve la oportunidad de conocerlo bien cuando fui miembro de la Conadep -contó Graciela Fernández Meijide-. Era una persona muy culta y muy valiente, teniendo en cuenta el momento histórico en que empezamos a trabajar cuando las amenazas eran constantes».
Situado en la misma cuadra de la casa de Sábato, en diagonal, el club rebalsaba de gente, mientras la policía trataba de ordenar para que no se produjeran amontonamientos en el ingreso a la ceremonia fúnebre.
Un vecino contaba una y otra vez que «Sábato siempre venía al club, le encantaba, hasta hace unos años jugaba al ajedrez, pero en la medida que su salud se debilitó dejó de hacerlo, y hasta hace dos semanas venía a jugar al dominó en una sala donde tenemos sus libros traducidos a varios idiomas, que hoy está cerrada».