Por Candela Ramírez
Hay una expresión que Matías Catalano utiliza cada vez que habla sobre el objetivo de su trabajo dentro la Colectividad Armenia: “seguir viviendo”. La repite en diálogo con El Ciudadano acerca del 109° aniversario del genocidio armenio, el primero del siglo XX. No es casual: su abuela materna fue sobreviviente de la masacre perpetrada en el marco de la Primera Guerra Mundial, cuando todavía existía el Imperio Otomano.
Catalano tiene 29 y se sumó al espacio hace ocho años, conoció la historia de primera mano, por algunos relatos de su abuela y también de su madre. Pero, sobre todo, conoce de dónde viene por las costumbres que vio en su casa, en particular la cocina armenia.
Ahora, dice, entiende el por qué de muchas cosas que se hacían en su casa. Desde que se sumó a la colectividad aquello que había aprendido por intuición se fue transformando en mayor conocimiento sobre Armenia, su historia, las disputas sobre su territorio, sus prácticas cotidianas, su platos gastronómicos y, sobre todo, la persecución y los delitos a los que fue sometido su pueblo.
«Todo lo que representa la armenidad en nosotros, el que se hayan ido y dejar todo nos une o nos representa algo que para nosotros es muy importante»
“La sangre tira”, resume Catalano. Pasó a formar parte de la Colectividad cuando tenía 21 y fue uno de los organizadores de una kermés para niños y niñas. Desde entonces armó comunidad con los demás integrantes del espacio y tomó contacto con jóvenes descendientes armenios de otros lugares del país como Córdoba y Buenos Aires, así como de otros países como Uruguay y Brasil.

Además en 2019 ocurrió algo importante en su vida: pudo viajar a Armenia. Es una forma de “volver” de la familia, aunque su abuela nunca pudo hacerlo, pero Catalano pudo compartir con ella su experiencia. Lo cuenta emocionado, con orgullo, aunque también subraya que algunas de las zonas que conoció hoy están ocupadas por el avance de Azerbaiyán que es uno de los países limítrofes de Armenia. Los demás son Turquía, Georgia e Irán. Hoy, nuevamente, hay muchos desplazados armenios.
“Somos los armenios nacidos en la diáspora trabajando para que Armenia no desaparezca”
“Nos preguntamos por qué en 2024 ocurren estas cosas. Es difícil verlo desde acá porque no podés hacer, acá tenemos actividades, organizamos eventos pero ver esto es como volver al pasado. Mi abuela contaba que su familia fue expulsada del país, cruzaron el desierto de Siria… El mundo mira para otro lado muchas veces, durante la pandemia sufrimos muchos ataques de Azerbaiyán y duele ver como personas pierden su hogar, su cultura, su historia. Es como le pasó a mi abuela”, cuenta.
De ser integrante de una familia con ascendencia armenia a formar parte de una colectividad hay un giro en las formas de percibir la propia identidad, se construye con otros: “Antes solo compartía en mi casa. Es un sentir esto, todo lo que representa la armenidad en nosotros, el que se hayan ido y dejar todo nos une o nos representa algo que para nosotros es muy importante. Participar de ese compartir y este espacio me abrió más los ojos, me hizo entender lo que vivía antes y naturalmente en mi casa. Entendí el por qué”.
Historia
El 24 de abril de 1915 fue el día que las autoridades del imperio otomano bajo órdenes de los Jóvenes Turcos (así se conocía al partido nacionalista que estaba en el poder) arrestaron a la élite intelectual y política de la comunidad armenia que era una de las tantas minorías que integraba el imperio.
Ese día cientos de personas fueron detenidas y luego ejecutadas. La persecución a este grupo de fieles cristianos existía desde fines del siglo XIX, pero eran exclusiones o matanzas aisladas. Ese 24 de abril la violencia se radicalizó y extendió por todo el territorio —al menos hasta 1923— se planificó y ejecutó el exterminio que años más tarde inspiraría a los nazis en Alemania.
«Nos interesa poner en valor lo que hemos vivido, que quede presente, seguir viviendo, seguir juntándonos»
De una población de 2 millones, según diferentes investigaciones solo 400 mil sobrevivieron y se asentaron en otros países. Argentina es uno de ellos.
En Rosario además de la Colectividad, existe en la Universidad Nacional de Rosario una Cátedra y un Centro de Estudios Armenios que promueve el conocimiento y la memoria.
La Colectividad Armenia no tiene un espacio físico donde funcione pero sus integrantes tienen reuniones quincenales en las que se dedican a organizar eventos y promover la interacción con el resto de la sociedad con el eje fundante de la memoria.
En su web aclaran: “Somos la tercera generación de armenios de la ciudad de Rosario. Desde 2003 nos reencontramos para retomar el trabajo que nuestros abuelos habían trazado y mantener vivas nuestra identidad y cultura”.
Es, además, quien organiza el acto aniversario cada 24 de marzo en el memorial ubicado en Dorrego y el río, en el Parque de las Colectividades. También organizan el acto aniversario de la independencia de Armenia cada 21 de septiembre.
“Nos interesa poner en valor lo que hemos vivido, que quede presente, seguir viviendo, seguir juntándonos. Eso les hubiese encantado a nuestros abuelos. Seguir viviendo, seguir estando”, concluye Catalano.