Afuera de la Abadía, miles de británicos y turistas se concentraron para presenciar el acto, muchos con banderas o vestidos con trajes con sus colores.
Algunos optaron por un lugar en la calle desde donde pudieran ver algo de lo que ocurría, mientras que otros se reunieron en lugares designados para ver la transmisión en pantalla, como en el parque Hyde Park.
Uno de los asistentes a la ceremonia de coronación, Adam Smith, viajó desde York con un grupo de amigos para ser parte de este evento histórico: «Intenté llegar temprano para ver si podía llegar a ver al menos la procesión, pero fue difícil y por eso decidí buscar una pantalla gigante», le dijo a Télam.
Smith no fue el único que viajó desde lejos para estar presente en este evento, ya que miles de personas de todo el Reino Unido y del extranjero se congregaron en Londres para presenciar la coronación.
Durante la ceremonia, la multitud reunida en la Abadía de Westminster se unió en un coro de «Dios Salve al Rey» mientras el príncipe Carlos era coronado.
En su camino, la pareja real también pasó ante las pancartas amarillas del grupo antimonárquico Republic, en las que se leyó «No es mi rey». Un grupo de estos activistas, incluyendo su titular, Graham Smith, fue detenido cuando se preparaba para protestar.
Una veintena de miembros del grupo ecologista Just Stop Oil fueron arrestados y esposados en la zona.
Esto «es algo que esperaríamos ver en Moscú, no en Londres», denunció Yasmine Ahmed, responsable de la ONG Human Rights Watch.
«Las protestas pacíficas permiten pedir cuentas a quienes están en el poder, algo a lo que el gobierno británico parece ser cada vez más reacio», agregó en referencia a una nueva ley aprobada urgentemente esta semana, que concede mayores poderes a la policía contra las protestas.
Tras la ceremonia en la Abadía, los monarcas regresaron al Palacio de Buckingham escoltados por miles de militares en uniforme de gala y desde allí aparecieron en el balcón para saludar a la multitud y presenciar un desfile aéreo acortado por el mal tiempo.
Carlos III y Camila salieron acompañados por miembros de la familia real, pero sin el príncipe Enrique, hijo menor del monarca de 38 años, que mantiene tensas relaciones con la monarquía y acudió a la ceremonia sin su esposa Meghan, quien permaneció en California, en Estados Unidos, con sus dos hijos.
Las felicitaciones a la pareja real llegaron desde varias latitudes.
«La larga amistad entre Estados Unidos y el Reino Unido es fuente de fortaleza para nuestros dos pueblos», afirmó el presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
La coronación de Carlos III «es un testimonio de la fuerza duradera de la monarquía británica, un símbolo de estabilidad y continuidad», dijo en Twitter la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Mientras que en sus saludos a la realeza, el presidente chino, Xi Jinping, aprovechó la oportunidad para pedirle al Reino Unido que aplique una estrategia a largo plazo para la «paz» y la «cooperación».
La coronación fue un servicio cristiano, pero hubo un saludo «sin precedentes» de líderes de otras religiones y el nieto de Carlos, el príncipe George, y los nietos de Camilla desfilaron como pajes.
Sin embargo, no hubo un papel formal ni para el hijo menor de Carlos, el príncipe Harry, después de su pelea de alto perfil con su familia, ni para su hermano, el príncipe Andrés, quien se vio obligado a renunciar a sus deberes reales debido a su amistad con el difunto financiero estadounidense Jeffrey Epstein, condenado por agresiones sexuales.
Las celebraciones continúan este domingo con fiestas en las calles en todo el país y un concierto en la casa del rey en el Castillo de Windsor, y el lunes, cuando miles de organizaciones participen en proyectos de voluntariado.