Salar la carne es todo un reto, ya que además de hacerlo en el momento justo para sacarle el máximo de los provechos a los diferentes cortes de carne, hay que tener un “tacto” especial para no abusar de la sal y que después no se pueda comer el asado de lo salado que pueda quedar.
Hay personas que están acostumbrados a salar la carne del asado con sal gruesa. Otros, en cambio, lo hacen con sal fina. Y otra parte usa directamente sal entrefina, la que se comercializa hoy en día para el asado (sal parrillera).