Sociedad

Gordofobia

Culo aspiracional: el privilegio de los cuerpos que sí valen


En tiempos en los que se confunden deliberadamente derechos con privilegios, creemos oportuno repensar cuestiones vinculadas a la valoración de las corporalidades. Venimos denunciando insistentemente como los cuerpos que no se ajustan a un estándar preestablecido, padecen estigmatización, patologización y/o discriminación por alejarse de la quimera heterocisnormativa de la estética aceptada socialmente. El impacto de la cultura contemporánea tiene mucho que ver en esto: la construcción de las nociones de belleza hace estragos en la salud mental y física, ya que promueve modelos corporales inalcanzables. Con tal de adaptar los cuerpos a estos tipos de ideales inalcanzables, se los somete a tratamientos, intervenciones y demás acciones que los afectan de manera negativa.

Estandarización corporal

Los mediode comunicación juegan un rol crucial en este sentido, pues promueven ciertos estándares que van en sintonía con normas culturales dominantes: delgadez, juventud, blanquitud. Esta trilogía de la uniformidad corporal permite medir la pertenencia. A medida de que nos acerquemos a este trinomio seremos más aceptados, en la medida de que nos alejemos, deberemos tomar las medidas necesarias para ajustar el cuerpo en ese tipo ideal. Los efectos de esta secuencia son brutales: generan ansiedad, insatisfacción y dismorfia corporal, trastornos en la conducta alimentaria, baja autoestima y más. Ahora bien, si sabemos que los efectos negativos que nos producen estas intervenciones en nuestro físico, en nuestra salud mental, en nuestro equilibrio emocional, ¿por qué seguimos comulgando con estos postulados tan dañinos?, es muy simple, ¡por los privilegios!

Privilegios

El concepto privilegio está asociado directamente a ciertas ventajas y/o beneficios que detenta un grupo por tener determinadas características que pueden ser raciales, de clase, de género, de religión, entre otras. Se da en un contexto sociocultural particular y responde a la coyuntura del momento. Los privilegios perpetúan las desigualdades estructurales y las potencian, también son interseccionales y enemigos de la transgresión. Según Hopenhayn (2022, p. 262), actualmente transitamos la cultura del privilegio, considerada una suerte de orden simbólico que interactúa con prácticas establecidas en el que es considerado aceptable que un grupo de la población, caracterizado jerárquicamente bien por su adscripción étnica, racial o de género, bien por su posición socioeconómica, bien por su pertenencia a élites políticas o culturales, bien por su estatus de clase (…), tiene ventajas sobre el resto de la sociedad. La cultura del privilegio abarca el conjunto de normas, valores y prácticas que perpetúan la distribución desigual de privilegios según ciertas características individuales y grupales. Se manifiesta en diversos ámbitos sociales, desde las interacciones más simples y diarias hasta las estructuras institucionales y legales más complejas.

Corporalidades privilegiadas

Un aspecto crucial de la cultura de privilegios es su relación con las corporalidades, es decir, con cómo los cuerpos físicos son interpretados en determinados contextos sociales (lo cual influye en la experiencia de privilegios u opresiones que transiten). El privilegio normaliza la desigualdad al punto de no cuestionarla y tomarla como natural. Las transgresiones de exuberancia o escasez en la anatomía humana dejan fuera del juego a quien no responda al estereotipo instalado. Las jerarquías corporales (cuerpo bello, joven, blanco, cis, aceptado, deseado) son difíciles de desmontar. El trato preferencial, el acceso a ciertos círculos sociales, las ventajas en el mercado laboral, no hacen más que reforzar el carácter aspiracional que reviste. Porque, con total honestidad, ¿quién no quiere pertenecer?, ¿quién renegaría del acceso a todo aquello que el sistema sostiene que está bien?, ¿cuántas veces la llamada “buena presencia” abre puertas de trabajos, de boliches, de actividades que, teniendo una corporalidad diversa, no sería tan fácil de acceder?

El “all inclusive” al que acceden los cuerpos privilegiados en detrimento de los cuerpos diversos no sólo afecta aisladamente a las personas que son discriminadas, sino que refuerzan y reproducen estructuras sociales de poder y desigualdadDe esta forma se perpetúa como válida una determinada forma de cuerpo, que inmortaliza ideas sobre lo que es deseable, lo que es bello, lo que es normal. Los beneficios de quienes encarnan estas formas estandarizadas se diseminan sin control en las redes sociales, lo cual eterniza el privilegio. Para acercarnos a una sociedad con mayor equidad debemos trabajar sobre la educación en diversidades, las políticas inclusivas, la representación social de las corporalidades heterogéneas; con el objetivo de destrabar el trato y percepciones preferenciales, la obturación de oportunidades, el impacto negativo sobre la autoestima y la salud mental, la reproducción de estructuras de poder y la resistencia al cambio.

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*Licenciada en Ciencia Política (UNR), militante por la diversidad corporal, anticapacitista, docente universitaria en UGR, trabajadora en la Secretaría de DDHH de la UNR. IG: romina.sarti

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