Por David Ferrara
Un completo desastre, un partido horrendo, un año que empezó repleto de ilusiones y que termina con olvidable recuento futbolístico y con declaraciones altisonantes de quien debe despedirse con honores en un puñado de días. Otra vez Vietnam.
No es noticia que Central pierda con River en el Monumental, está entre lo lamentablemente previsto cada vez que sale el fixture y aparece en la memoria el repaso al sinfín de caídas jugando bien, mal o regular. Toca sólo una vez cada tanto. Y no iba a ser esta.
El tema es que la puesta en escena fue un papelón, la imagen distorsionada de un equipo que enloqueció a los que se mantuvieron frente a la tele o le dieron lindo a la caminata dominguera con la radio. Ni hablar los que se animaron al café con leche o al tostado en un bar. Ahí es peor, por garpar y también porque se potencian las broncas solidarias y empáticas de las mesas vecinas. Y si alguno le dio a la birra….
La idea de Holan es linda, atractiva, pero por ahora sólo le sirve a los rivales. Y menos mal que Fatu fue Fatu, porque sino eran diez goles en lugar de cuatro.
Exaspera ver jugadores profesionales que no pueden darle la pelota a un compañero. “Cómo puede ser que no den un pase bien si están todo el día con la pelotita”, solía decir mi vieja ya hace años (dueña de frases célebres y tan sensatas como insensatas del tipo “los morochos juegan mejor que los rubios”).
Y después, como si la bronca no fuera poca, Ruben a minutos del retiro puso en duda jugar en la despedida y le tiró una directa a Holan, o a quien sea.
El 2024 arrancó con Copa, Di María y la película de Disney. Pero no, esto es Vietnam.
