Manuel Palacios y Heber Molina supusieron que dos hermanos que dormían en un puente habían robado y trataron de matarlos: uno murió y el otro salvó su vida de milagro
Dos hombres fueron imputados y quedaron en prisión preventiva por haber rociado con combustible y prendido fuego a dos hermanos en situación de calle mientras dormían bajo un puente de Circunvalación, en el norte de Rosario, ataque que dejó a uno de ellos con quemaduras en el 65 por ciento del cuerpo y en estado crítico.
La fiscal Laura Ricardo les atribuyó a Manuel Palacios (35) y Heber Molina (35) el delito de tentativa de homicidio calificado por alevosía, en carácter de coautores. La jueza Natalia Benvenutto tuvo por formalizada la audiencia y dispuso la prisión preventiva efectiva por el plazo de ley para ambos imputados.
La agresión ocurrió el lunes 8 de diciembre al mediodía y los acusados fueron identificados y detenidos tras una persecución iniciada por una de las víctimas y continuada por la policía, a partir de un procedimiento previo en el que los propios imputados habían aportado fotografías y datos en una comisaría.
El hecho se produjo debajo del puente ubicado en Joaquín Suárez y Baigorria, donde Alexis Ardiles, de 29 años, y su hermano Mariano González, de 24, dormían desde hacía semanas. Según la imputación fiscal, Manuel Fabián Palacios y Heber Milton Molina descendieron de un Peugeot 206, los rociaron con un líquido inflamable y prendieron fuego a Alexis, mientras a Mariano le arrojaron combustible en los ojos, lo que le permitió escapar parcialmente y pedir ayuda.
Lo que quedó claro en la audiencia imputativa es la secuencia que llevó a Manuel Palacios y Heber Molina hasta el puente de Circunvalación, que empezó un día antes del ataque y tuvo como eje una serie de trámites policiales que, lejos de cerrarse allí, continuaron fuera de las comisarías.
El domingo 7 de diciembre, Molina denunció el robo del techo corredizo de su Peugeot 206; horas más tarde, en otro procedimiento policial por el hallazgo de autopartes robadas en un taller mecánico de la zona norte de Rosario, ese techo fue recuperado y restituído, en un contexto en el que circularon fotos, nombres y actas de reconocimiento de personas vinculadas al hecho.
De acuerdo con la reconstrucción fiscal, en ese marco Molina mantuvo contacto con personal policial y con la víctima del robo, Florencia T. P. En la comisaría se le exhibieron imágenes de personas demoradas por el episodio de las autopartes, fotografías tomadas con carteles identificatorios y nombres visibles. Esa información —las fotos, los datos y la idea de que uno de los autores del robo podía encontrarse en situación de calle— no quedó circunscripta al expediente: al día siguiente, Molina volvió a presentarse en el domicilio de T. P. y le mostró nuevamente esas imágenes para que señalara quién había participado del robo.
Con ese material y esa presunción, Palacios y Molina subieron a su auto el lunes 8 de diciembre al mediodía y recorrieron la zona norte de Rosario. Según los testimonios incorporados a la imputación, pasaron varias veces por debajo del puente de Joaquín Suárez y Baigorria, donde dormían Alexis Ardiles y su hermano Mariano González, ambos en situación de calle. Allí, siempre según la acusación, creyeron reconocer a una de las personas que habían visto en las fotografías exhibidas durante los trámites policiales del día anterior.
La identificación no fue producto de un reconocimiento formal ni de una orden judicial, sino de una construcción informal basada en imágenes vistas en dependencias policiales y en comentarios recogidos durante esos procedimientos. Convencidos de haber encontrado a quien buscaban, Palacios y Molina estacionaron el Peugeot 206, cruzaron las vías y se dirigieron directamente hacia los dos jóvenes que dormían bajo el puente.
El ataque fue inmediato. Rociaron a ambos con un líquido combustible; a Alexis Ardiles lo prendieron fuego y a Mariano González le arrojaron combustible en los ojos. Mariano logró escapar y vio a su hermano correr envuelto en llamas. Fue él quien inició la persecución de los agresores y quien, al encontrar un patrullero, explicó lo ocurrido y señaló a los responsables.
La policía continuó la persecución y detuvo a Palacios y Molina cuando intentaban subir nuevamente al Peugeot 206. Ya demorados, los imputados volvieron a exhibir aquello que había guiado su búsqueda: fotografías en un teléfono celular, actas y documentación vinculadas al robo del techo corredizo.
Para la fiscalía, ese recorrido previo —denuncia, recuperación de la autoparte, exhibición de imágenes y circulación informal de datos— explica cómo los agresores llegaron a identificar, de manera errónea, a las víctimas y a trasladar un conflicto por un delito contra la propiedad a un ataque letal contra dos personas que dormían indefensas.
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