El último estuidio del Observatorio de la Deuda Social advierte que "corrigiendo el cálculo por la mejora en la captación de ingresos de las encuestas, la caída real de la pobreza monetaria bajo la gestión actual sería de solo" de 2.1 puntos. Y agrega: "Aproximadamente, tres cuartas partes de la caída en las cifras oficiales de pobreza desde 2023 podrían deberse a este efecto estadístico"
La tasa de pobreza en la Argentina se ubicó en 36,3% al cierre del tercer trimestre, mientras que la indigencia afecta al 6,8%, según el último informe del Observatorio de la Deuda Social (ODSA) que elabora la Universidad Católica Argentina (UCA). En la comparación temporal, el estudio admite que hubo una mejora social a lo largo del Gobierno de Javier Milei, pero destaca que no es tan relevante como la que informó el Indec: «Corrigiendo el cálculo por la mejora en la captación de ingresos de las encuestas, la caída real de la pobreza monetaria bajo la gestión actual sería de solo» de 2.1 puntos. Y agrega: «Aproximadamente, tres cuartas partes de la caída en las cifras oficiales de pobreza desde 2023 podrían deberse a este efecto estadístico«.
El informe de la UCA contrasta la medición oficial y la corrección pertinente por cambios técnico-metodológicos del organismo oficial. Además, señala las consecuencias negativas, en la economía real de los hogares, de los mecanismos utilizados para estabilizar variables macro.
“Siguiendo la metodología del Indec, la pobreza en el segundo trimestre de 2025 habría sido de 31,8%. Esto significa una baja muy importante de 9,5 puntos porcentuales desde el segundo trimestre de 2023», introduce el informe. Y aclara a continuación: «Si observamos la estimación con corrección de captación, la pobreza también se habría reducido, pero ‘solo’ en 2,1 puntos porcentuales, desde 33,9% en dicho período».
El Observatorio de la Deuda Social concluye que «existió una baja real de la pobreza monetaria bajo la actual gestión, producto de la baja de la inflación, cambio en los precios relativos y fortalecimiento de la AUH-Tarjeta Alimentar». Lo mismo observó a nivel de la tasa de indigencia (caída de 1 punto porcentual)».
El trabajo, publicado este jueves, es en base a datos referidos a la pobreza fruto del análisis de las privaciones monetarias (pobreza e indigencia por ingresos) y de indicadores complementarios como el estrés económico y la inseguridad alimentaria. Están basados en estimaciones de la Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA) propia y los datos empalmados/reconstruidos de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec, abarcando generalmente el período 2010-2025.
El informe señala que la proporción de hogares y población en condición de privaciones económicas es un problema que se arrastra desde hace poco más de cuatro décadas en el país. En los últimos 20 años, señala, la pobreza por ingresos ha mantenido un piso estructural de alrededor del 25% de la población. Y la indigencia, uno en torno al 5%.
Agrega que el régimen político-económico post-convertibilidad (2002-2023) nunca pudo mejorar el 25-30% de pobreza crónica en términos de ingresos y recursos de inclusión social. Completa que el tercio inferior de la estructura social se concentra en una población atrapada en la pobreza debido a empleos informales, precarios o de subsistencia. Y una dependencia estructural de las transferencias públicas.
La tasa de pobreza oficial del INDEC para el segundo trimestre de 2025 (proyectada) habría sido del 31.8%, lo que implica una baja de 9.5 puntos porcentuales desde el segundo trimestre de 2023.
Sin embargo, existe un sesgo en la medición monetaria (subregistro de ingresos en la EPH). Corrigiendo el cálculo por la mejora en la captación de ingresos, la caída real de la pobreza monetaria bajo la gestión actual sería de «solo» 2.1 p.p., y la pobreza corregida en 2025 se situaría en torno al 35% (usando valores corregidos por captación del 2T 2025).
Aproximadamente tres cuartas partes de la caída en las cifras oficiales de pobreza desde 2023 podrían deberse a este efecto estadístico.
De acuerdo a la UCA, la EPH captura actualmente ingresos 16% más altos de los que habría registrado con la capacidad de captación del segundo trimestre de 2018, y casi 17% más de lo que reflejaba en el tercer trimestre de 2023.
La universidad concluye que si bien se evidencian mejoras, es necesario corregir parte del sesgo en la evolución de los indicadores. Además, advierte que el Indec debería acelerar la actualización de las canastas de referencia: el ente oficial sigue calculando la CBT (Canasta Básica Total) utilizando la estructura de gasto de los hogares relevada en la encuesta 2004/2005, a pesar de que ya existen datos actualizados a 2017/2018.
Entre ambos períodos, los hogares aumentaron exponencialmente el gasto destinado a servicios. La UCA señala que si se adoptara una actualización metodológica, la CBT sería considerablemente más alta en todos los años, lo que se traduce en una mayor incidencia de la pobreza.
La nueva ponderación, además, alteraría la evolución temporal de la pobreza mediante el reflejo más preciso del impacto de la suba de los servicios desde la segunda mitad de 2024.
Agustín Salvia, director del Observatorio, calculó que si se realizaran los ajustes mencionados, la CBT, que en la actualidad asciende a 1.276.649 pesos, ascendería a 1.942.000.
El informe de la UCA complementa la medición de pobreza por ingresos con indicadores directos de privación:
Estrés Económico (mide la percepción subjetiva de que los ingresos del hogar no son suficientes para cubrir los gastos básicos)
Inseguridad Alimentaria (refleja la reducción involuntaria de porciones de alimentos y/o experiencias de hambre por motivos económicos)
Impacto de Transferencias Sociales (las simulaciones indican que los programas sociales son necesarios aunque insuficientes)
Malestar Psicológico (el deterioro de las condiciones económicas tiene una correlación directa en la salud mental)
En 2025, el 37.7% de las personas en hogares de NSE muy bajo padece malestar psicológico, duplicando los valores del NSE medio alto (17.7%).
4 de cada 10 personas con estrés económico presentan malestar psicológico en 2025 (37.6% del total con estrés económico).
En resumen, aunque los datos más recientes de 2025 muestran una reducción de las tasas de pobreza e indigencia por ingresos respecto a los picos de la crisis de 2024, alcanzando niveles similares a 2022/2023, la pobreza crónica estructural persiste, especialmente en los estratos socioeconómicos más bajos.
«Estas mejoras relativas se deben, en parte, a la estabilización inflacionaria y al refuerzo de transferencias sociales, pero no implican un cambio estructural en las condiciones de vida ni en la alta desigualdad”, concluyó la UCA.
La UCA recalca que la baja inflacionaria y el reordenamiento fiscal lograron estabilizar variables clave, pero no fue mediante medidas inocuas. Al respecto, enumera las consecuencias negativas en la economía real de las personas:
El informe destaca que la AUH y la Tarjeta Alimentar, que fueron reforzadas en 2024, lograron atenuar la indigencia, pero no modificaron la estructura profunda de desigualdad. La misma, completa, mantiene «pisos duros» del 25% de pobreza y 5% de indigencia incluso en ciclos expansivos. Si se eliminaran los planes sociales, que reemplazan ingresos salariales por ayuda social, la pobreza llegaría al 42% y la indigencia al 14% según la UCA.
El informe reconstruye la pirámide socioeconómica 2025, marcada por:
Es que, además de la medición monetaria, el estudio incorpora indicadores de:
Según la UCA, la estabilización macro no alcanzó todavía a traducirse en un alivio emocional ni en un fortalecimiento del tejido social: las brechas de bienestar persisten e incluso se amplifican en los sectores más vulnerables.
El informe concluye que la economía argentina se encuentra en una etapa donde conviven:
En síntesis: la estabilización no garantiza inclusión, y sin una estrategia que vincule crecimiento con movilidad social, la recuperación podría derivar en una sociedad más desigual y fragmentada.
Salvia no espera que se perfore el piso estructural de pobreza, en torno al 30%, por la dinámica política del Gobierno de Milei. Señala que elimina el modelo de sustitución de importaciones iniciado a mediados del siglo pasado, un esquema que nunca logró consolidarse plenamente. Y como resultado, estima, muchas industrias podrían desaparecer y abrirse así un período de mayor desempleo.
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