El actor regresa a los escenarios locales con una relectura de su clásico “Solo como una perra”, el material que le dio popularidad, ahora bajo la atenta y sensible mirada del director Juanse Rausch, con el que se presentará en el Broadway
Miguel Passarini
Hace un cuarto de siglo, un espectáculo que irrumpió tímidamente en la cartelera local y que se podía ver en lugares pequeños como bares o salas alternativas, cerró su recorrido tras varias temporadas con casi 20 mil espectadores en el Monumento Nacional a la Bandera, convertido en un mito de la escena rosarina de proyección nacional.
Se trata de Solo como una perra, un material de una honestidad, sensibilidad, belleza y desparpajo infrecuentes para la época que convirtió a su creador, el actor galvense Juan Pablo Geretto, no sólo en un referente del humor a nivel nacional sino en un actor de múltiples aristas y recursos, con una carrera de éxitos que lo trae hasta el presente, aunque siempre dice que podría dedicarse a otra cosa y abandonar la actuación, como lo hizo en algún momento de su vida.
Aquél espectáculo del que surgió su heredero, Maestra Normal, aunque parecía improbable, regresa con todos sus personajes a la cartelera local luego de mucho tiempo, tras haber transitado varias temporadas a lo largo de once años, miles de espectadores y con Geretto no sólo consagrado como actor sino también como una referencia para el colectivo LGTBIQ+ y los artistas de una nueva generación, como pasará ahora, seguramente, con los hijos de aquellos fanáticos espectadores que vieron Solo como una perra varias veces.
Este regreso, con una temporada en el Teatro Broadway que dará comienzo el sábado 3 de enero, se debe en gran medida al hallazgo que para el actor representó el trabajo del director Juanse Rausch, ahora al frente del espectáculo, dueño de una estética donde ambigüedad, belleza, cuidado estético y referencias políticas a la diversidad son una marca indeleble a partir de piezas de la cartelera porteña contemporánea como, entre otras, Viento blanco o Saraos Uranistas, en la que Geretto tuvo una participación.
Por lo tanto, el proyecto surgió, antes que cualquier otra cosa, como un desafío creativo: reconstruir una obra que se perdió por completo, que no está más allá del recuerdo del imaginario colectivo y de su propio protagonista. De Solo como una perra no quedó material, registros en video (más allá de fragmentos), ni los textos. “Se perdió todo por muchas razones que vamos a explicar en la obra”, contó Geretto, entendiendo que esa ausencia se convirtió en una oportunidad única, que implicó volver a imaginarla desde cero, mezclar memoria, nostalgia y nuevas miradas a 25 años de su estreno original, y convertir ese proceso en parte del relato y de la dramaturgia, donde todo es aquello que ya pasó y al mismo tiempo algo nuevo que late en el presente con una mirada contemporánea y nuevamente desafiante.
“Si me planteaban hace unos años volver con Solo como una perra hubiera dicho que no. Lo que me llevó a pensar en volver con esta obra fue el hecho de conocer a otro artista, muy joven, que es Juanse Rausch, y conocer también su obra. Juanse tiene 27 años, y hace unos cuantos años atrás empecé a conocer sus trabajos y me conmovió su forma de ver el mundo que era también muy cercana a la mía; me interesó no sólo su producción sino también su formación (director, investigador, docente; Licenciado en Dirección Escénica en la UNA, egresado de la carrera de Dirección Escénica de Ópera en el ISA del Teatro Colón, doctorando en Historia y Teoría de las Artes en la UBA). Así empecé a ser fan de sus cosas hasta que llegué a un reemplazo en Saraos Uranistas. Terminamos siendo amigos, y no sólo de él sino del grupo de gente con el que trabaja que es maravilloso y toda gente muy joven”, contó Geretto respecto de la cercanía con el nuevo director de la propuesta, que se ocupó además de la resolución estética que implicó, entre otras cuestiones, un nuevo vestuario y escenografía.
“El espectáculo es ahora el resultado de un proceso en el que yo activé la memoria y ese proceso está en la obra. Y de allí en más se puso en marcha un derrotero que es increíble: todo lo que pasó desde que empezamos a investigar, todos los encuentros que tuvimos intentando esa reconstrucción; no puedo parar de emocionarme cada vez que recuerdo esos momentos. En todo ese tiempo de reconstrucción de la obra me reuní con gente, vi fotos, imágenes, recorrí archivos, recordé caras, recuerdos, anécdotas; cosas muy impresionantes, amigos que no están y otros que sí, con los que recordamos cosas juntos. Esta vuelta es una especie de viejazo hermoso y genial (risas)”, disparó el actor.
En el teatro de Juanse Rausch como en el de Geretto hay una fuerte presencia de lo disidente, de lo desfasado o corrido de lo que la sociedad supone que es la “normalidad”, algo que claramente no existe porque no hay ningún parámetro para establecerla. “Juanse ya conocía parte de mi trabajo por la continuidad que tuvo La Maestra, pero además me contaba, y es algo que me empezó a pasar hace un tiempo cuando cumplí los 50, que mucha gente entre los 25 y los 30 años se acercaba a mí diciéndome que mis propuestas les habían servido para entender que había otras formas de personajes que tenían que ver con mi modo de contarlos; de algún modo les ofrecía una referencia. Y Juanse es un artista que llegó a Buenos Aires desde Bahía Blanca, que en ese entonces iba a ver todo tipo de teatro, y la única obra de un transformista que daba vueltas todo el tiempo era Maestra Normal. Allí el vio como un lugar de acercamiento desde donde poder agarrarse para pensar lo suyo”, evocó.
Y profundizó: “Me pasaron cosas con esta obra que yo no entendía; había chicos que iban con su mamá, con su familia, porque era un lugar donde les podían presentar a alguien «admirable», y después de ver la obra tenían la charla que tenían que tener para salir del closet”.
La obra original tenía como sustento momentos de la infancia del artista, de su “patria de la infancia”, donde la piedad, la compasión, el amor, la confianza y la ternura eran materia fundante, algo que además es transversal a toda la obra de Geretto y algo que en general se ha perdido en los tiempos que corren donde reina el individualismo.
“La ternura nunca estuvo perdida en mí ni en el teatro que hice en todos estos años, no puedo ni me interesa encarar el trabajo desde otro lugar. Y eso también está en el teatro de Juanse: cuando vi sus obras esa ternura estaba; de verdad siento que no hay otra manera de hacer las cosas. Si no hay eso yo no juego, no lo sé jugar, porque además las otras formas de jugar me asustan porque me asusta lo que pueda haber del otro lado”, contó el actor que recientemente también protagonizó el inquietante y sensible unipersonal Las cosas maravillosas donde aparecen esa misma ternura y empatía.
En otro pasaje de la charla, Geretto recordó la función despedida de su unipersonal en el Monumento a la Bandera realizada en 2007. “Había 18 mil personas, fue una locura, me pregunté por mucho tiempo qué pasó ahí, qué era toda esa gente yendo a ver una transformista cuando no había redes y sólo funcionaba el boca a boca. Me acuerdo que después me fui a comer y más tarde a mi casa. Me metí en el baño y empecé a temblar. Fue como perder el control después de estar tanto tiempo muy atento a todo eso que estaba pasando. Fue Chiqui González (por entonces, en el área de Cultura municipal) quien me convocó porque entendía que algo pasaba conmigo y con el público y se la jugó. Lo mismo me pasa con la actuación; yo siempre fui para adelante pero hasta el día de hoy no entiendo bien cómo es actuar, y quizás si me das a elegir no lo hago, más allá de que ahora con la obra terminada, e independientemente de que va a cambiar mucho con el correr de las funciones como pasa siempre, estoy feliz y digo: «¡Qué lindo es esto»!”, destacó el artista.
Finalmente, el actor, que reconoció que muchos de los cambios en los personajes, en sus formas e incluso en su vestuario, hacen que estén muy corridos de aquellos porque se trata de otra versión que además instaló la idea de ausencia de registro dentro del proceso, habló de la diversidad en un tiempo donde se intenta echar por tierra muchos de los logros alcanzados por el colectivo, siendo que la obra en sí misma siempre fue un hecho político y referencial para ese espacio: “Si me pienso en retrospectiva, siento que en mi sola presencia está mi militancia. No necesito llevar ningún cartel o ser referente de algo o que te pongan como ejemplo de tal o cual cosa. Lo que sí tengo bien en claro es que yo hice un espectáculo con sinceridad, con toda la verdad que pude hacerlo. Si eso es militancia, está bien, porque siempre fue así y no puedo ni quiero hacerlo de otra manera. Y los que van a ver ahora, también verán eso hoy. Juanse me enseñó cosas como por ejemplo no maltratarme, no hablar mal de mí mismo o no hacer chistes o comentarios con determinadas cosas, porque eso también es parte de mi deconstrucción”.
Solo como una perra tendrá su estreno el sábado 3 de enero, a las 21, en el Teatro Broadway (San Lorenzo 1223) donde seguirá en cartel los restantes sábados del mes, y donde también se venden las entradas en horarios habituales de boletería, o bien de forma online ACÁ.
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