Los días de impunidad parecen haber terminado para los Calvete. Miguel Ángel está preso por proxeneta y ahora procesado por la causa ANDIS. En democracia fue parte de los servicios de inteligencia, estuvo involucrado en el atentado a la mutual AMIA y se vinculó con lo peor del fascismo carapintada
Por: Ivy Cángaro y Mauro Federico Fuente: dataclave.com.ar
Este año, lejos de pensar en los regalos de Navidad, Ornella Calvete tuvo que destinar sus esfuerzos a una tarea menos grata: presentarse el 19 de diciembre ante el juez Casanello y el fiscal Piccardi e intentar justificar que no es parte del plan de megaestafa a ANDIS, la Agencia Nacional de Discapacidad. Su historial y el de su familia no son de mucha ayuda en pos de su inocencia, y quizá por eso se negó a declarar -algo que de todos modos es un derecho-. Los chats que quedaron asentados en la causa tampoco colaboran mucho: allí se la lee y escucha intercambiar con su padre Miguel Ángel Calvete, a quien sin embargo llamaba “Carmen Vivaldi”, cosas como: “(que hago) si entran acá y me ven con la mossssca”, prometer a su padre comprarle “una Lambo” si el negocio con la Ortopedia Alemana como proveedora de la agencia “salía bien”, o mencionar el “3% para KM”.
Vale aclarar que ni ella ni su padre eran funcionarios de ANDIS, sino que eran parte de la supuesta estructura paraestatal que investiga la justicia. Donde sí trabajaba Ornella desde el 1 de septiembre de 2024 hasta que estalló el escándalo, fue en el Ministerio de Economía dependiente de Luis Caputo, más precisamente como Directora de Desarrollo Regional y Sectorial, aunque su título universitario de Técnica en Alimentos nada tiene que ver con la competencia. Tampoco son buenos tiempos festivos para Javier Cardini, el novio de Ornella con quien comparte casa, ya que lo desplazaron -sin demasiada celeridad y con notorio desgano- de su cargo como Subsecretario de Gestión Productiva, también en el Ministerio de Economía, a donde llegó por recomendación de sus dos buenos amigos, los hermanos Francisco y Santiago Caputo, a quienes conoció a través de su compañero de colegio, Juan Neuss.
En el ministerio aparentemente nunca se enteraron que Javier -como todo argentino que no puede vivir con un solo sueldo- se dedicaba además de a la gestión productiva para el país, a una gestión productiva personal: la importación de autos de alta gama que hacía pasar como vehículos de colección para evadir impuestos, por lo que ahora está procesado por fraude.
Ornella llegó temprano a los tribunales, eludió como pudo a la prensa agitando al viento su larga cabellera, fue hasta el despacho de los oficiales de justicia, se sentó, y tuvo que enumerar la retahíla de propiedades que están a su nombre, compradas con el producto de su esfuerzo -supuestamente- en sus escasos años de labores. El domicilio que da como el de su casa, una importante torre cercana a Puerto Madero, en Méjico 55, en realidad está a nombre de la empresa de su padre. Allí fue donde le encontraron setecientos mil dólares y diecinueve millones de pesos, una cifra que cualquier empleada pública no podría ahorrar en apenas un año de gestión como la que llevaba Ornella. Además declaró con desgano que posee cinco propiedades en la Ciudad de las que ni siquiera recuerda bien las direcciones, y un automóvil.
Posiblemente no olvidó, durante toda la declaratoria, el buen consejo de su padre: “hacete la gila”, tal como le dijo en un chat en caso de que la justicia le preguntase por el dinero. Según la declaración jurada que presentó ante la oficina anticorrupción al ingresar al Ministerio, hay algunas precisiones que, de todos modos, no parecen ajustarse a valores reales. Dice, por caso, bajo juramento que tiene bienes valuados por treinta y tres millones de pesos distribuídos en seis propiedades incorporadas a su patrimonio como donación: cuatro departamentos de 60, 45, 33 y 80 metros cuadrados adquiridos entre 2012 y 2013, un quinto departamento con cochera de 70 metros registrado en 2022, y un sexto inmueble de 52 metros cuadrados adquirido en 2014, también donado. Declaró también una moto y un Peugeot 208 del 2021 y ningún peso o dólar siquiera olvidado en un bolsillo. De los 700 mil crocantes, ni rastro en la DDJJ.
Como es una familia muy unida, su tía es Susana Calvete, que como Ornella y Javier, también figura en la lista del cuaderno secuestrado en la casa de Miguel Ángel, el patriarca. Susana, abogada, también trabajaba en el Ministerio de Economía como su sobrina y el novio de ésta y en la misma Secretaría de Coordinación de la Producción, a cargo de Pablo Lavigne. Como sus parientes, también salió eyectada del puesto, más por presión mediática que por decisión política. Como el resto, Susana no tenía un solo trabajo para subsistir: su otra función era como cobradora de los alquileres de los departamentos que su hermano Miguel Ángel rentaba para explotación sexual, y por lo que terminó en la cárcel.
Miguel Ángel y Susana tienen un hermano mayor Calvete, Alejandro Adolfo, quien como el hombre de los cuadernos también estuvo preso por proxeneta, en la misma causa, y logró zafar en 2020 para rajarse a España, donde empezó una nueva vida. No tuvo mucha suerte porque tres años después de la llegada a la península ibérica, más precisamente el 5 de diciembre de 2023, la justicia española emitió una orden de busca y captura contra él por ser parte de una banda de narcos mexicanos. Lo señalan como el responsable de crear una red de laboratorios farmacéuticos en España, Suiza y Portugal como una pantalla para comercializar drogas a gran escala.
En el expediente Alejandro Calvete es una figura repetida desde el inicio. En diciembre de 2021 se lo sindicó como el administrador de una sociedad encargada del “aprovechamiento” de unas plantaciones de cannabis que los mexicanos mantenían en una finca de Guadalajara, muy cerca de Madrid. La realidad es que nunca intentaron pasar desapercibidos, como la prudencia indicaría, luego de quedarse con un cuantioso vuelto del Cartel de Sinaloa. El líder de la banda era José de Jesús Flores Ramos, pero se hacía llamar “El Patrón”.
El Patrón y Alejandro Calvete llegaron en el mismo tiempo a España, en junio de 2020. Flores Ramos lo hizo en un vuelo privado con sus padres, varios hermanas y hermanos, tías y tíos, primas y primos, cuñadas y cuñados. Unos veinte en total, más las mascotas de la familia -en la que abundaban los caniches-. Traían además unos diez millones de euros, que declararon, y múltiples joyas. Dijeron que iban a dedicarse al comercio de autos de alta gama y de colección, igual que -vaya coincidencia- Javier Cardini.
Con los millones compraron tantas propiedades y tan rápido, que encendieron varias alarmas que aún no habían encendido, y ante el despliegue la policía no tuvo más que investigar, sobre todo porque “El Patrón” vivía en una finca custodiada por sicarios, tenía dos Lamborghinis (como las “Lambo” que prometía Ornella a su padre), un Rolls Royce blindado y gastaba fortunas en joyas. Cuando Flores Ramos aludía a Calvete, lo llamaba “mi socio de los laboratorios”, según una investigación del diario “La Nación”. Los laboratorios en cuestión eran “Viridi Pharmaceutical”, con sede en España y en Suiza; y Moon Pharm AG, radicada en Suiza y Portugal. “El socio” de “El Patrón” se encargaba del lavado a través de esas droguerías.
La carrera fue breve, para mayo de 2022 estaban todos en cana -incluyendo a padre, madre y demás familiares de Ramos Flores- por tenencia y comercialización de 100 kilos de marihuana, 37 kilos de cocaína, 10 armas de guerra, 17 autos de lujo, joyas y una montaña de billetes. La Justicia calculó que la banda, en su corta vida, generó ganancias por 3,3 millones de euros. Tres años después, “Patrón” resultó condenado a 22 años de cárcel por los delitos de narcotráfico, cohecho y tenencia ilegal de armas. Todos sus familiares y empleados recibieron penas de prisión, salvo Alejandro Calvete, que pudo rajarse antes de la casa del municipio de Algete, donde vivía. La policía encontró una pistola Glock, una escopeta, un subfusil, una mira telescópica y varias cajas de municiones.
Nunca pudieron dar con él, aunque se habría afincado en Paraguay, en donde abrió una empresa llamada “Power Capital Energy”, dedicada a “actividades comerciales”. Desde allí viajaría a Argentina sin problemas, y aparece en el cuaderno de su hermano como parte de la red de nombres que integran el grupo “Tuco”, en la causa ANDIS.
Miguel Ángel, el patriarca, pasa sus días en la cárcel de Ezeiza pero no por ser quien organizó la estructura de lavado y distribución de activos y coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad, sino en una causa por proxenetismo que se le abrió cuando era concejal del PRO en La Matanza e histórico representante de los supermercadistas chinos, aunque jamás fue ni chino ni supermercadista. Fue condenado junto a su hermano Alejandro por el Tribunal Oral en lo Criminal N°8 a cuatro años de prisión por proxenetismo, acusados de alquilar departamentos a precios exagerados y en condiciones leoninas para que en ellos se ejerciera la prostitución. Alejandro apeló y logró ser absuelto en 2020. Miguel Ángel tuvo peor suerte. Siguió libre mientras se tramitaban las apelaciones, pero finalmente se ordenó su detención en octubre pasado, justo cuando quedó involucrado en el escándalo Andis.
De todos modos, no fue su primer coqueteo con el delito, ni mucho menos.
En la lista “Tuco” de su cuaderno aparecen dos nombres involucrados como él en la causa AMIA y con quienes parece seguir vinculado treinta años después: Jorge Pacífico y Jorge Rodríguez Day, sindicados como parte de una organización carapintada que nunca fue investigada en profundidad. El mismo Jorge Pacífico, que fue retratado entre los escombros de la mutual volada por los aires, declaró que ese 18 de julio de 1994 estaba en un bar en Corrientes y Pasteur junto a su chofer Miguel Ángel Calvete, el apoderado del MODIN Jorge Rodríguez Day y el ex cabo del Ejército, el carapintada Miguel Aurelio Burgos quien ese día, curiosamente, conducía una ambulancia trucha que había dejado estacionada unos minutos antes del atentado a pocos metros del edificio -y que aparece en múltiples reportes gráficos y testimoniales- , porque estaban armando una Asociación Civil de Ayuda a los Discapacitados.
Para muchos investigadores la realidad es que estaban merodeando las inmediaciones como previendo lo que sucedería, y las explicaciones que luego dieron al ser interrogados no fueron suficientes para despejar la duda: además de juntarse por el armado de la Asociación, también iban a acompañar a Rodríguez Day para comprar un automóvil BMW que luego, al chequear los datos, se había vendido dos días antes. Está claro que quienes armaron la carga de amonal que voló la AMIA no eran aficionados, sino expertos de primer nivel que necesariamente obtuvieron insumos en el mercado negro proveniente de los arsenales militares.
Jorge Pacífico es muchas cosas, menos un hombre tranquilo. Buzo táctico experto en explosivos, carapintada que participó del levantamiento de 1987 y luego se unió al MODIN de Aldo Rico, donde también militó políticamente Miguel Ángel Calvete antes de pasarse a las filas del PRO; estuvo involucrado en el robo y contrabando de armas para facilitarlas a piratas del asfalto. Años después fue el primer denunciante de Amado Boudou por la causa Ciccone, luego de haber escuchado a dos personas hablando del asunto en un bar, a las que no pudo identificar porque “estaba de espaldas”. Como si las coincidencias fueran pocas como para pensar que hay otras tramas, Pacífico compartió capacitación con su compañero de armas el Sargento 1° Oscar Centeno, el de los «cuadernos de la corrupción» –que como Calvete parece que tiene debilidad por registrar todo en papel- resurgidos de las cenizas.
Pero además, Miguel Ángel Calvete -como personal civil de inteligencia según algunas fuentes- y Oscar Centeno, el chofer que todo lo registró, trabajaban juntos como personal del Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires, cuando todavía tenía esa conformación, para el concejal del MODIN Alejandro Montiel, un íntimo amigo del almirante Emilio Eduardo Massera, se dedicaba a la venta de armamento al mejor postor. Montiel se retiró de la política luego de pasar una noche de fiesta con Miguel Ángel Calvete en la que le tomaron fotos comprometedoras con la que lo extrorsionaron para votar a favor de algunas resoluciones del menemismo.
Con el nuevo milenio, Miguel Ángel Calvete logró presidir la cámara del supermercadismo chino y comprar la cadena Eki de minimercados y se deslumbró con las cámaras y las luces de la televisión. Amasó una enorme fortuna poco clara, hasta que su estrella se apagó con la Causa ANDIS, de la que ya no podrá zafar.
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