Espectáculos

Profunda tristeza: a los 70 años murió el músico, clown y luthier Salvador Trapani, creador de emociones inolvidables

El destacado artista nacido en carreras falleció cerca de la medianoche de este viernes. A lo largo de más de cuarenta años de recorrido artístico, dio vida a un espacio único donde prevaleció siempre el lenguaje propio

Miguel Passarini

En tiempos de dolores varios e injusticias permanentes, las despedidas, que siempre duelen, suelen doler mucho más. Una tristeza profunda que vuelve a dejar en claro que la muerte “es un error”, invade por estas horas a la comunidad artística local, en especial al colectivo vinculado con las escénicas, y a los cientos de miles de espectadores que alguna vez aplaudieron y disfrutaron de sus hazañas y sus maravillosas destrezas en escena.

Poco antes de la medianoche de este sábado, a los 70 años, murió el músico, clown y Luthier Salvador Trapani. Nacido en la localidad santafesina de Carreras y radicado hace años en Granadero Baigorria junto a su compañera de vida, la actriz y clown Elena Guillen con quien tuvo a sus hijos Juan y Augusto, su paso por los escenarios lo llevó a ser parte de una generación que se formó al calor de las experiencias de la post dictadura, donde la tradición se vio atravesada por la experimentación, en su caso, de la mano de grandes maestros.

Cuando aún resuenan en el imaginario las bellas melodías que surgían de su ya mítico serrucho musical, con la excentricidad como bandera, Trapani construía sus propios instrumentos y entablaba con ellos algunos diálogos donde lo objetual adquiría vida de la mano de su clown fundacional, Ivan Mitrenko, una especie de payaso de hablar enrevesado con aires de circo de Europa del Este, con el que construyó experiencias inolvidables como La Royalle, disparador para muchas otras creaciones, donde daba vida a un músico director de orquesta que viajaba por el mundo presentando sus insólitos y maravillosos instrumentos, en un desopilante concierto de melodías clásicas y populares, jugando siempre en una delgada línea entre el humor y la nostalgia.

Así, convertido hace muchos años en una referencia local para lo que se denomina Nuevo Circo, en un recorrido que comenzó en los años 80 donde se formó con maestros como el recordado Mirko Buchín y como parte del Grupo La Acción, espacio de teatro callejero que creó Norberto Campos, en 1991 fundó junto a Elena Guillen el grupo de teatro Los Estrellados, centrando en la técnica actoral del clown y en la investigación de las sonoridades y potencialidades de instrumentos excéntricos no convencionales.

A partir de ese momento, con una extensa lista de experiencias escénicas tanto en solitario como compartidas, su carrera nunca se detuvo y recorrió los escenarios locales, nacionales y fue parte de importantes festivales del país, del resto de Latinoamérica y de Europa.

Trapani, artista de un ingenio inusitado, en su lógica del reciclaje, solía decir que buscaba “el esplendor en la ruina”, logrando crear maravillas desde piezas de descarte, entre cartón, madera, botellas de vidrio o caracoles, con manos entrenadas desde niño junto a su padre en un taller y talabartería en su Carreras natal, que sin duda marcó en parte su destino de creador en esa patria de la infancia donde además la radio, la música y el cine también moldearon un destino.

Salvador estaba enfermo desde hace un tiempo, internado en estas últimas semanas a raíz de un Linfoma no Hodgkin, un tipo de cáncer del sistema linfático que padecía desde el año pasado. Su calidad de vida se deterioró y su salud desmejoró aún más por la desidia de un Estado desplazado, corrido de la realidad, del sentido común y de la imprescindible sensibilidad, porque el medicamento que necesitaba para su tratamiento y que debía proveerle su obra social, IAPOS, llegó más tarde de lo debido, a través de un reclamo judicial y de cientos de publicaciones en las redes sociales.

La pelea se volvió desigual. Quizás el desenlace era el mismo, pero la falta de empatía mutó en algo insoportable en un mundo donde reina una supuesta libertad que es falsa, injusta, mentirosa y artera, y a la que le robaron su verdadero sentido.

El último adiós a Salvador se concretará este domingo, a partir de las 10, en Caramuto, de Córdoba 2936. Allí su familia, amigos y colegas, convocan a despedirlo para celebrar una vida donde el arte siempre fue el destino elegido y donde el querido Salva tendrá su último y merecido aplauso.

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