El estudio de restos óseos antiguos, conocido como paleopatología, permite a los científicos desvelar secretos sobre la salud, el estilo de vida y las enfermedades que afectaron a nuestros antepasados
Los huesos no solo aportan información sobre la edad, el sexo o la dieta de una persona, sino que también conservan huellas de múltiples dolencias que pueden haber dejado marcas visibles incluso siglos después de la muerte.
El desgaste de las articulaciones es uno de los problemas de salud más comunes en restos antiguos. Los investigadores pueden identificarlo a través de deformaciones en las superficies articulares y formación de osteofitos (pequeñas excrecencias óseas).
La tuberculosis, además de afectar a los pulmones, puede dañar las vértebras, provocando colapsos y deformaciones características. Estas señales permiten a los especialistas confirmar su presencia en sociedades de hace miles de años.
La sífilis avanzada deja lesiones en el cráneo y los huesos largos. Este hallazgo es clave para estudiar la propagación de enfermedades de transmisión sexual en la historia.
También conocida como enfermedad de Hansen, la lepra puede producir daños visibles en los huesos de la cara, manos y pies. Sus huellas han sido detectadas en esqueletos medievales europeos y asiáticos.
Las fracturas soldadas o mal curadas revelan accidentes, violencia o incluso prácticas médicas rudimentarias en comunidades antiguas. El análisis de estos daños también ayuda a reconstruir modos de vida y conflictos bélicos
El raquitismo, causado por la falta de vitamina D, deja señales claras en el esqueleto infantil. La anemia por déficit de hierro puede observarse en el cráneo a través de lesiones conocidas como hiperostosis porótica.
Aunque menos frecuente, algunos tipos de cáncer —como el osteosarcoma— pueden dejar lesiones en los huesos. Su identificación en restos arqueológicos permite rastrear la historia de esta enfermedad en la humanidad.
Los especialistas en paleopatología combinan el análisis visual de los restos con técnicas modernas como la tomografía computarizada (TAC), la microscopía electrónica o el análisis de ADN antiguo. Estas herramientas han revolucionado el estudio de enfermedades antiguas, ofreciendo datos sobre su evolución y ayudando a comprender mejor la historia de la medicina.
Comprender qué dolencias afectaban a las poblaciones del pasado ayuda a:
-Conocer la evolución de las enfermedades infecciosas.
-Entender cómo la nutrición y el entorno influyeron en la salud.
-Descubrir la relación entre la vida cotidiana y la aparición de ciertas patologías.
-Comparar la salud de sociedades antiguas con la actual.
La paleopatología demuestra que, aunque las condiciones de vida han cambiado drásticamente, muchos de los problemas de salud que conocemos hoy tienen raíces profundas en la historia de la humanidad.
Fuente: Noticiasdelaciencia.com
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