Rappi y la nueva cara del trabajo: fuerte crecimiento de repartidores en un mercado laboral formal que se achica

El reciente lanzamiento del Índice Rappi, un indicador mensual que releva en tiempo real la actividad económica dentro de la plataforma, dejó al descubierto la realidad de muchos argentinos que encuentran en ese sector un ingreso adicional para llegar a fin de mes, o su único ingreso para afrontar el día a día. Según el informe, en los últimos doce meses (nov 24 vs nov 25) 151.874 personas completaron al menos un pedido a través de la app, y solo en noviembre de 2025 43.048 repartidores realizaron entregas, frente a 31.105 en el mismo mes del año anterior, lo que representa un incremento cercano al 40% interanual.

Este crecimiento no es casual, ya que se produce en un contexto donde muchas familias buscan ingresos adicionales para llegar a fin de mes, aprovechando la flexibilidad que ofrece el trabajo independiente en plataformas digitales como Rappi, y que se puede trasladar a otros casos similares como Pedidos Ya o Uber. La expansión de la base de repartidores, sin embargo, también generó una caída en las comisiones percibidas, producto del incremento de la competencia interna.

Ese aumento en la cantidad de repartidores se da además en un escenario económico marcado por el cierres de unidades productivas y la retracción de sectores comerciales, donde la reducción de puestos de trabajo formales empuja a muchos trabajadores hacia alternativas de ingresos informales o por demanda. En este contexto, la plataforma no solo se convierte en un canal de consumo digital, sino también en un refugio laboral temporal, que refleja cómo la economía digital absorbe parte de la presión del mercado laboral tradicional, aunque ofreciendo condiciones que no están precisamente vinculadas a lo que se conoce como empleo de calidad.

Más allá del mercado laboral, el Índice Rappi refleja nuevas modalidades de consumo que ofrece la app: el volumen de órdenes aumentó 29,3% interanual, el ticket promedio subió 21,79% (lejos del 30% de inflación interanual que se estima para noviembre) y la cantidad de comercios activos creció 39,1%. Estos datos confirman que, mientras la economía formal enfrenta desafíos y ajustes, las plataformas digitales consolidan su papel como un espacio de consumo y empleo alternativo, aunque con tensiones propias como la reducción de las comisiones para los repartidores, bajo condiciones poco seguras, en muchos casos sin protección social y con escasas posibilidad de manifestar libremente sus preocupaciones o acceder a un aumento.

Pedalear para sobrevivir

Para tomar dimensión de esta realidad, es necesario tener en cuenta algunos datos que dio a conocer el Coeficiente de Alcance del Pedido Promedio (APP), de la Fundación Encuentro, un nuevo índice creado para medir el esfuerzo económico que realizan los trabajadores de plataformas de delivery para sostener sus ingresos. Allí señalaron que para no caer bajo la línea de pobreza un repartidor tendría que hacer en septiembre de 2025 unos 461 pedidos al mes es decir, trabajar prácticamente todos los días sin descanso. Eso equivale a más de 15 pedidos diarios, sin contar feriados o descansos.

Según el estudio, el promedio por pedido (sin propinas) ronda los $ 2.553, pero el cálculo no incluye los costos que cada repartidor asume por su cuenta: combustible o mantenimiento del vehículo, teléfono, datos móviles, posibles reparaciones, impuestos o servicios relacionados. Cabe recordar también que en septiembre, la Canasta Básica Total del Indec, que mide el ingreso que necesita una familia para superar el umbral de la pobreza fue equivalente a $1.176.000.

Aunque el número de personas trabajando como repartidores se disparó (como reflejaba el reciente informe de la propia Rappi) la estructura de ingresos deja en evidencia una fuerte precariedad. Que haya tantos repartidores indica que muchos recurren a esta modalidad como único o complemento de ingresos, frente al deterioro del empleo formal, la inflación, los salarios reales a la baja o la pérdida de puestos de trabajo en unidades productivas, cada vez más recurrentes en estas últimas semanas.

El crecimiento de la oferta de repartidores, lejos de mejorar las condiciones, tiende a empeorarlas: la competencia interna (más “riders” para una demanda que no crece proporcionalmente) baja la cantidad de pedidos por trabajador, reduce la remuneración efectiva y obliga a trabajar más horas o muchas entregas para poder “llegar”. Eso refuerza la precarización y pone en duda la sostenibilidad de esta modalidad como fuente seria de ingreso.

Esta expansión de la economía de plataformas, en el mejor de los casos puede mejorar los indicadores de empleo pero no necesariamente las condiciones de vida de los trabajadores. Más bien expone una transformación hacia formas de empleo donde la “flexibilidad” muchas veces va acompañada de incertidumbre, ingresos bajos, carga excesiva de trabajo y ausencia de derechos. El boom del delivery, lejos de ser una solución estructural, parece funcionar como un parche temporal que evidencia las tensiones del mercado laboral argentino más que resolverlas.