Juan Domingo Argentino “Cascarita” Ramírez, de 51 años, pelea por su vida desde este martes por la tarde cuando un gatillero se presentó y le disparó ocho veces mientras atendía su quiosco de Rueda al 1800, frente al Hospital de Niños Víctor J. Vilela. Los vecinos del barrio aún estaban conmocionados por la ejecución de Brian “Chino” Figueroa cometida por un dupla en moto 48 horas antes, en Virasoro al 1900, a sólo dos cuadras de donde atacaron a Cascarita.
Al Chino Figueroa lo emboscaron luego de haber salido del partido de Newell’s-Banfield y, a pesar que no hubo información oficial trascendidos deslizaron que la agresión puede tener alguna relación con la barra leprosa.

Cascarita tenía tobillera electrónica por una causa de la Justicia federal y las investigaciones lo señalan como un lugarteniente de Los Monos.
Contexto barras
Al Chino, en tanto, los expedientes lo vincularon al crimen de Ariel «Guli» Bovio. El hombre, de 48 años y con estrechos vínculos con el clan de La Granada, fue asesinado a finales de marzo en Mitre al 3200. En uno de sus bolsillos le encontraron unas 30 entradas para el partido de Newell’s-Boca, lo que sugiere un vínculo con la barra.
Tras el crimen del Chino, versiones extraoficiales sostuvieron que su ejecución cometida el domingo pasado fue en represalia por su presunta participación en el homicidio de Bovio. Sumado a estos hechos violentos que involucran a barras leprosos está el ataque a balazos un histórico referente en el paravalanchas del club del Parque. El 10 de mayo pasado fue herido Héctor Marcelo “Pipi” Arriola, quien supo acompañar a Roberto “Pimpi” Caminos. Esta agresión sugirió por este tiempo un resurgimiento de la violencia después de una tregua de ocho meses, que comenzó cuando Alejandro «Rengo» Ficcadenti y Luciano «Lucho» Gallardo, los dos capos de los lados que se disputaban el liderazgo de la barra fueron detenidos en agosto del año pasado.
Si bien estos casos tienen sus particularidades, la última balacera contra Cascarita y el asesinato del Chino Figueroa, los cuáles fueron a poca distancia y a sólo 48 horas, deja la incógnita sobre un eventual recrudecimiento en las disputas por el poder del paravalanchas de Newell’s en el marco de los comicios que se celebrarán antes de fin de año.
Cascarita Ramírez
Este martes Cascarita atendía su quiosco en Rueda al 1800, en barrio Hospitales y a las 19.30 fue blanco de un ataque a sangre fría. Un gatillero llegó en moto con una caja de delivery, se bajó con el casco puesto, lo llamó y le descerrajó al menos ocho disparos. La herida más grave la tiene Ramírez en el cuello: quedó internado en estado crítico en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca).
El baleado en barrio Hospitales tenía tobillera y lo vinculan a la banda de Los Monos
Su historia es compleja: con 51 años había recuperado su libertad hace apenas dos meses, el 19 de junio, tras cumplir una condena de 4 años y 6 meses por tenencia de estupefacientes con fines de comercialización, sentencia dictada en junio de 2022. Al momento del ataque, llevaba una tobillera electrónica en el marco de otra causa.

Algunas investigaciones lo vincularon directamente con la banda Los Monos. Su prontuario incluye un antecedente de alto perfil: en enero de 2014, fue detenido en una redada contra el clan, pero protagonizó una escandalosa fuga de la Jefatura de Policía del Departamento Rosario tan solo nueve horas después, rompiendo grilletes y golpeando a un guardia.
Este escape generó un gran revuelo que derivó en la condena de un policía por facilitarle la huida a cambio de dinero.
En 2015, Ramírez aceptó una pena de 3 años y 6 meses por asociación ilícita en el marco de la causa contra Los Monos. Algunos testimonios de conocidos advirtieron que «tiene muchos enemigos», dejando abierta la incógnita sobre si el reciente ataque se vincula a viejas cuentas pendientes o a nuevos conflictos surgidos tras su liberación.
Sombra de la barra de Newell’s
El brutal ataque a Cascarita se produce en un contexto delicado al interior de las facciones que habitan la barra de Newell’s. Las elecciones en el club del Parque Independencia -programadas para el próximo 14 de diciembre-, lejos de ser una fiesta, en los últimos tiempos han sido precedidas y seguidas por un recrudecimiento de los enfrentamientos por el control del paravalanchas.
La Fiscalía ya ha señalado en juicios –como el reciente proceso contra los autores del crimen de Nelson «Chivo» Saravia– que los cruces entre facciones como la de Rengo Ficcadenti y la de Leandro «Pollo» Vinardi (ambos lugartenientes del líder de Los Monos, Ariel Guille Cantero, también preso en Ezeiza) son la raíz de esta violencia.
El 19 de septiembre de 2021, la elección de Ignacio Astore como presidente del club no trajo calma. Apenas un mes después, en octubre de ese mismo año, Chivo Saravia fue asesinado, un crimen que desencadenó una serie de balaceras y tentativas de homicidio.
Por este crimen, Rengo Ficca junto tres laderos fueron condenados a prisión perpetua el mes pasado donde la Fiscalía remarcó que el objetivo fue demostrar fuerza y poder capitalizar todos los negocios ilegales de la barra en una especie de extorsión a la nueva dirigencia.
Este 2025, el año también es electoral para Newell’s, y la tensión vuelve a palparse. La ejecución de Chino Figueroa, un hombre vinculado con los «gerentes narco» de La Lata (barrio Corrientes), apenas finalizado el partido contra Banfield y a unos 1.500 metros del Coloso, refuerza la preocupación.
Si bien no hay constancias de que Figueroa haya sido parte directa de la barra, su crimen se enmarca en la violenta disputa territorial entre las diversas «franquicias» de Guille Cantero y la banda de Los Menores, liderada por Lisandro «Limón» Contreras y el prófugo Matías Gazzani.
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La concatenación de estos hechos violentos subraya la profunda infiltración del crimen organizado en el entorno del fútbol. Mientras la Justicia y las fuerzas de seguridad buscan desentrañar los móviles detrás del ataque a Cascarita Ramírez y la ejecución de Chino Figueroa, la sombra de la barra brava y sus internas por el poder continúan siendo un factor de preocupación.
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