La situación afecta principalmente a municipios del oeste provincial, donde las redes se abastecen de fuentes subterráneas con alto contenido natural de este elemento. En estos casos, los prestadores deben garantizar el suministro seguro mediante plantas de ósmosis inversa o la entrega de bidones y canillas públicas.
Si bien algunas zonas mejoraron gracias a la expansión de los acueductos, el problema continúa siendo estructural. La salinización, el envejecimiento de las napas y la falta de tratamiento adecuado profundizan la crisis hídrica y ambiental.
Desde Aguas Santafesinas se ocuparon de aclaran la situación del arsénico en el agua en la ciudad de Rosario. Aseguraron que en la ciudad “no hay ningún tipo de problema” con este elemento. Es decir, que su presencia en el agua no llega a niveles alarmantes.
“Los ciudadanos de Rosario tienen que quedarse totalmente tranquilos por la calidad del agua”, aseveró Cristian Latino, gerente general de Aguas Santafesinas.
Además señaló que en las ciudades de la costa del Paraná, el agua que se distribuye proviene directamente desde el río. «Es una fuente muy buena (el río), no hay ningún problema vinculado al arsénico».
Y aclaró: “El control que hacemos de la calidad del agua, desde la captación hasta la distribución en los domicilios, es diario y constante. No tenemos ningún inconveniente con arsénico”.
El arsénico es un metaloide presente de forma natural en la corteza terrestre. En zonas áridas o semiáridas, como el centro y oeste santafesino, se acumula en las napas subterráneas a través de procesos geológicos y volcánicos antiguos.
El consumo prolongado de agua con arsénico puede provocar arsenicosis crónica, una enfermedad que afecta la piel, el sistema nervioso, los riñones y el hígado. La exposición sostenida también incrementa el riesgo de cáncer de piel, vejiga y pulmón.
En el ambiente, el arsénico altera los suelos, reduce la fertilidad agrícola y contamina los cursos de agua, afectando peces, aves y microorganismos acuáticos. Este impacto se amplifica cuando el elemento se acumula en la cadena alimentaria.
A nivel ecológico, la contaminación por arsénico representa una pérdida silenciosa de biodiversidad. Los ecosistemas ribereños y subterráneos, esenciales para el equilibrio hídrico, se ven alterados por procesos químicos que modifican el pH y la disponibilidad de oxígeno.