Central tendrá un duro escollo en Santiago del Estero. El Marrón que dirige Martín Palermo no cuenta con figuras rimbobantes, pero logró un funcionamiento colectivo que lo ilusiona con obtener un campeonato. La última vez que tuvo la chance fue hace 80 años y la perdió con Huracán
Platense nunca fue campeón en Primera División. Siempre fue un equipo acostumbrado a pelear por mantener la categoría. Es por eso que la alegría de tener la chance de definir un título desborda a Vicente López, la ciudad que alberga al Calamar. De hecho el Marrón estuvo mucho tiempo navegando en las categorías de ascenso. Recién pudo volver a la elite del fútbol argentino hace tres años tras descender en 1999.
“Nadie creía en Platense, en que hoy esté en el lugar que está. Con lo difícil que es el fútbol argentino, hay que disfrutar”, soltó Martín Palermo en San Nicolás luego de meterse en la definición del título.
Al igual que Central, Platense llegó a los playoffs como cuarto en su zona y ratificó su lugar un día después de haberle ganado a Sarmiento, gracias a la derrota de Central Córdoba de Santiago del Estero ante San Lorenzo.
El Titán hace más de un año que arribó como DT del Calamar. Y en varias ocasiones su continuidad se puso en duda por los malos resultados, pero siempre salió airoso con triunfos importantes. Incluso muchos hinchas del Marrón lo miraron de reojo cuando dijo que su sueño era dirigir Boca y más que era impulsado por la oposición xeneize que encabeza Mauricio Macri.
De todas maneras el trabajo de Palermo con un plantel carente de figuras se revaloriza aún más. Por eso no resulta casualidad que haya encontrado su equipo ideal en los últimos tres juegos. Y que de sus últimos doce encuentros apenas perdió uno.
La virtud principal de este Platense es que, a pesar de no contar con nombres rutilantes, encontró cierto funcionamiento colectivo que lo llevó a jugar la final de la Copa de la Liga.
Si bien tuvo a Ramiro Macagno iluminado en los penales ante Huracán y Godoy Cruz y al paraguayo Ronaldo Martínez siendo su carta ofensiva más importante, el equipo trabaja los partidos con mucho criterio, conoce sus virtudes y defectos.
Tiene una dupla de centrales muy sólida con Vázquez y Suso, el capitán. Morgantini es una salida obligatoria por la banda derecha. Encontró un buen equilibrio en el doble cinco que forman Franco Díaz y Nico Castro, Russo y el uruguayo Ocampo como volantes externos y el lungo Mateo Pellegrino hace es un buen complemento con Martínez.
El único puesto que no tiene nombre fijo es el lateral izquierdo ya que ahí alternaron Marcich, Infante y Lozano, este último arrancó contra el Tomba.
La del sábado ante Central será la tercera final de Primera División en su historia: las otras dos tuvieron lugar en la primera mitad del siglo pasado. La primera fue en 1918, cuando se enfrentó con Independiente por la Copa de Honor, un certamen que enfrentó a todos los equipos de primera en partidos de eliminación. En aquella final hace más de 100 años, el Rojo se impuso por 1-0 y se quedó con el título.
La segunda fue en 1943 y tuvo una definición que hoy resulta increíble: el Calamar perdió el título… ¡por la cantidad de córners a favor en la final! Fue por la Copa Escobar ante Huracán y el partido terminó empatado sin goles. El criterio para definir al ganador, aunque hoy parezca insólito, fue la cantidad de tiros de esquina que tuvo cada equipo a lo largo del partido. El Globo tuvo cuatro contra uno solo de Platense, y así se quedó el trofeo.
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