Historias de mujeres líderes en política y en ciencia

Por Rosario Avalis/ Especial para El Ciudadano

Erica no se daría cuenta de las barreras hasta más adelante. Cuando en la adolescencia le dijeron que no podía ir a la escuela técnica de Esperanza porque era una escuela de varones, ella fue igual. Cuando le pusieron mala nota en el taller y le aclararon que se iba a llevar la materia porque era una chica, Erica se esforzó hasta que el martillo le salió mejor que a los chicos. Cuando le sugirieron que hiciera la budinera porque era más fácil, ella eligió hacer la parrilla. 

 

—No sé por qué hacía eso, porque realmente dejar todos esos palitos, esos veintiún hierritos… hasta el día de hoy me acuerdo que tenía que quedar perfecto.

 

El espíritu de transgresión fue su forma de llevar adelante las dificultades y quizás no verlas. Más adelante Erica Hynes se fue dando cuenta: que de todas las chicas que habían ingresado a esa escuela solo se recibieron dos; que cuando decidió estudiar la Licenciatura en Química sabía que se tenía que esforzar más por el hecho de ser mujer; que cuando empezó a militar en política universitaria eran muchas mujeres pero los que decidían eran siempre los mismos “chaboncitos”.

Después, cuando le tocó llegar a un lugar de decisión en 2010 como Secretaria de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional del Litoral, sintió la responsabilidad de reconocer la cuestión de género como una problema estructural de toda la sociedad y no como una dificultad particular. En 2017 Erica desempeñó funciones como ministra de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de Santa Fe y se convirtió en la primera mujer del país al frente de una cartera de Ciencia. En 2019 fue diputada electa de Santa Fe y actualmente es Secretaria de Ciencia Tecnología e Innovación de la provincia. Erica entiende que la perspectiva de género es una mirada transversal a todas las políticas. 

 

—No es que yo trabajo políticas de género, yo trabajo políticas de ciencia y tecnología, pero lo hago con una perspectiva de género. 

 

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Sandra considera que para ocupar un lugar de toma de decisiones hace falta convencimiento. Pero también cree que ese convencimiento se construye, no solo de forma individual, sino también desde lo colectivo. Sandra Fernandez fue la primera mujer directora del Centro Científico Tecnológico y además fue la primera proveniente de las ciencias sociales. Pero no lo hizo de la noche a la mañana, a partir del deseo construyó una experiencia como estudiante, como graduada, como docente e investigadora. Pero tampoco lo hizo sola. Por eso, cuando le toca hablar sobre su experiencia como académica y científica decide hacer énfasis en un aspecto que muchas veces no es considerado: todas las tareas de cuidado y toda la red de mujeres que sostienen las condiciones para que otras mujeres puedan desarrollar sus trayectorias profesionales. Para Sandra este aspecto debe ser contemplado para reivindicarlo, pero también para pensar críticamente: 

 

—¿Qué estamos haciendo con el cuidado de las jóvenes mujeres para que puedan continuar?

 

Sin lo colectivo no sería posible lo individual, el deseo, el desarrollo profesional y el convencimiento para ocupar lugares de toma de decisión. Sandra hace hincapié en la importancia de entender el presente a partir de un recorrido histórico de transformaciones, sobre todo en lo que va del siglo XXI, que hicieron que las mujeres puedan acceder a la educación, que puedan pugnar por la igualdad, que puedan participar en organizaciones:

 

—Que nos convenciéramos, primero como colectivo, que no solo teníamos la posibilidad cierta de acceder a ese espacio, sino que estábamos sumamente calificadas para acceder a estos espacios.

 

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En la carrera científica, sobre todo en las investigaciones del área de ciencias biológicas, siempre hubo que seguir un perfil: graduarse, doctorarse, irse al exterior, seguir la formación afuera, etcétera. En el medio de esa carrera, después del posdoctorado, Fabiana decidió formar una familia. Tuvo tres hijos en tres años. Cuando volvió a viajar, después de haber tenido a dos de sus hijos, lloró en el aeropuerto. No podía parar de llorar porque tenía que dejarlos siendo muy chiquitos. 

 

Fabiana Drincovich fue ganadora de la edición 2013 de los premios L’oréal UNESCO, elegida entre 95 postulantes de todo el país por un proyecto de relevancia científica. Actualmente es directora del instituto en el que se formó qué es el centro de estudios fotosintéticos y bioquímicos, más conocido como CEFOBI. Ella entró a hacer su doctorado junto con Claudia y otros dos becarios. El director de ese momento, que fue el que creó el instituto, eligió quedarse con los dos becarios varones y las dejó a ellas dos con el vicedirector. 

 

—No le quedó otra que tomar a las dos mujeres.

 

Ahora Fabiana y Claudia son investigadoras principales de Conicet y mantienen el instituto. Siempre hubo una impronta muy masculina, la mayoría de los profesores eran hombres. Un día a Fabiana le pidieron el currículum y la nombraron profesora sin que ella lo sepa. Ella empezó a ocupar el cargo de un profesor que pronto se puso en su contra. 

 

—Hizo un programa, por ejemplo, en la computadora que si uno ponía la palabra Drincovich, la computadora reseteaba. 

 

Desde el año 2022, ella es la primera mujer directora de un instituto que funciona hace cincuenta años, antes tuvo tres directores hombres. En este momento en el CEFOBI hay 28 investigadores, sólo 4 son hombres. Hay 8 profesores, sólo uno es varón.

 

—De hecho los becarios le dicen al instituto CEFABI, en vez de CEFOBI, porque se ha cambiado mucho la impronta. 

 

En el camino de su desarrollo profesional Fabiana tuvo que aprender a no tolerar los atropellos. Porque los hombres no los toleran.

 

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Al igual que Erica, Julia no se daría cuenta hasta más adelante. La escuela técnica en Reconquista era un ambiente muy masculinizado y era naturalizado que las mujeres tengan que esforzarse para poder con todo. Pero ella supo que quería ser investigadora desde chiquita, así que continuó su camino y se mudó a Rosario para estudiar la Licenciatura en Biotecnología. 

 

Tenía 22 años cuando, después de haber quedado en orden de mérito en un concurso, el titular y otros docentes de la carrera le pidieron que cediera su lugar por estar embarazada. Sentada frente a todos ellos, Julia les dijo que lo iba a pensar. Caminó las veinte cuadras de regreso a su casa llorando pero volvió al día siguiente con una respuesta: 

 

—No, porque es mi derecho. Voy a asumir el cargo que me corresponde.

 

A medida que avanzaba su carrera se siguió encontrando con situaciones como esta. Todavía no se olvida cuando le dijeron: “no podés hacer la tesina conmigo porque sos mujer, estás casada y tenés un hijo”. Pero a pesar de las dificultades Julia terminó su carrera con dos hijos e hizo su posdoctorado afuera. Actualmente Julia Cricco es investigadora independiente de Conicet, desarrolla sus actividades en el Instituto de Biología Molecular de Rosario, también es docente de la Universidad Nacional de Rosario. Estudia los aspectos biológicos esenciales del Trypanosoma cruzi que es el parásito que causa la enfermedad de Chagas.

 

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Las reflexiones de Erica, Sandra, Fabiana y Julia dejan algunos aspectos para reflexionar. En el panel, observan que es un contexto difícil para sostener estas discusiones con perspectiva de género en los ámbitos de toma de decisión, porque se ha popularizado el ataque directo a los feminismos. También es un momento donde proliferan discursos de desprestigio al quehacer científico y a las instituciones de promoción de la ciencia y la tecnología. Aunque se considera que en la provincia de Santa Fe existe una situación privilegiada comparada con el resto del país, saben que el financiamiento provincial no alcanza para sostener el sistema científico tecnológico porque está pensado para ser un complemento del financiamiento nacional. Por esas razones estos encuentros son considerados significativos para fortalecer el debate respecto de las tareas socialmente asignadas, vinculadas al rol de la mujer y seguir construyendo redes de contención que permitan atravesar las dificultades en el campo del desarrollo profesional relacionado a la ciencia y la tecnología.