El actual jefe de Franco Colapinto en Alpine fue el ideólogo del choque forzado de Nelson Piquet Jr. para que ganara Fernando Alonso. Una trama que expuso a la máxima categoría del automovilismo
El Gran Premio de Singapur en 2008 fue escenario de uno de los mayores escándalos en la historia de la Fórmula 1: el «Crashgate». El equipo Renault, liderado por Flavio Briatore, realizó una maniobra ilegal que permitió que el piloto español Fernando Alonso ganara la carrera de forma fraudulenta, lo que terminó alterando el rumbo del campeonato mundial.
La estrategia fue ejecutada por Nelson Piquet Jr., entonces piloto de Renault, quien provocó deliberadamente un accidente en la vuelta 14. Esto obligó a neutralizar la carrera con el ingreso del auto de seguridad. Previamente, Alonso había ingresado sorpresivamente a boxes en la vuelta 12, una jugada que en ese momento pareció prematura, pero que, tras el accidente, lo colocó en una posición privilegiada para quedarse con el primer lugar.
Años más tarde, el escándalo salió a la luz con declaraciones del entonces director ejecutivo de la Fórmula 1, Bernie Ecclestone. “Decidimos no hacer nada. Queríamos proteger el deporte y salvarlo de un escándalo enorme”, confesó el magnate británico a F1-Insider. Afirmó también que, si se hubiera actuado como dictaban los estatutos, la carrera de Singapur debería haber sido anulada, lo que habría alterado el desenlace del campeonato.
La cancelación de esa competencia habría consagrado campeón al brasileño Felipe Massa, que perdió el título por apenas un punto frente al británico Lewis Hamilton, entonces con tan solo 23 años. “Hoy en día todavía me da pena Massa. Lo siento por él. Fue engañado y no se llevó el título que merecía”, declaró Ecclestone.
El «Crashgate» tuvo consecuencias significativas. Flavio Briatore fue sancionado con la prohibición de por vida para participar en cualquier actividad relacionada con la F1. Piquet Jr., en cambio, salió indemne gracias a un acuerdo de inmunidad facilitado por su padre, el excampeón Nelson Piquet, a cambio de testificar. Alonso, por su parte, no fue penalizado. El ente regulador determinó que no tenía conocimiento del plan, y su entrada temprana a boxes fue presentada como una estrategia genuina sugerida por su ingeniero.
El caso sigue siendo, hasta hoy, un punto oscuro en la historia de la F1. No solo por el fraude deportivo, sino por sus consecuencias aún vigentes: un título mundial discutido, un piloto marcado por la injusticia y una herida que muchos —como Felipe Massa— todavía no logran cerrar.
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