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“Noches del Lunario”: el Negro Rada y La Delio Valdez, en plan festivo y exorcizante, ante una multitud que bailó sin parar

El enorme artista uruguayo repasó parte de su profuso historial musical en una velada de tres horas que completó la Big band de cumbia que juega de local en Rosario, con un breve momento compartido entre ambos que quedará para la historia

Miguel Passarini

Fotos: Juan José García

En tiempos donde el cuerpo necesita exorcizar algunos males, en una época donde el encuentro festivo y reparador, para algunos sectores que pregonan la libertad, es mala palabra, el atractivo y variopinto ciclo musical Noches del Lunario ofreció este sábado la alternativa de ver a un ícono de la música popular del Río de la Plata de proyección internacional como es el Negro Rada, y a La Delio Valdez, la agrupación de cumbia más popular del momento con una carrera de quince años y sin techo a la vista, juntos, en una misma noche, por una única entrada, en el Anfiteatro Municipal Humberto de Nito.

Con una Luna inquieta que aparecía y se ocultaba como si no quisiera llamar la atención y quitarle protagonismo a lo que pasaba en el escenario, un poco antes de las 21, los tamboriles empezaron a sonar y de inmediato, la impronta inconfundible de la murga y el candombe que suena en Carnaval en la Avenida 18 de Julio como en cada rincón de Montevideo para esta época del año, inundó el escenario y Rada, con sus 81 años de eterna juventud, rodeado de sus hijas Lucila y Julieta en coros, y Matías en guitarra, como parte de una poderosa banda, regaló un puñado de canciones que repasaron su repertorio de décadas, de ida y vuelta, con ecos a sus pasos como cantante por grupos que hicieron historia, como El Kinto, Totem y Opa.

La icónica “Ayer te vi” abrió una lista de poco más de una docena de temas que fue sumando perlas como “Don Pascual”, “Quien va a cantar”, “Terapia de murga” de El Álbum Negro, su hermosa y vigente versión del clásico de Fito Páez, “11 y 6”, porque estaba en Rosario, del mismo modo que las muy populares “Cha-cha, muchacha” o “Muriendo de plena”, ya en el final del show.

En el medio, Rada dejó espacio para algunas gemas, entre ellas una de su disco homenaje a los compositores de baladas que fueron llevadas a su territorio más conocido y transitado, titulado Candombe con la ayudita de mis amigos. Y así sonó, con un comienzo a sólo piano, “¿Y cómo es él?”, de José Luis Perales, y otras como la rockera e imponente “Malísimo” o un paso por Totem con “Dedos”.

Pero luego de media hora, la más rockera de las bandas de cumbia del país, sin duda La Delio Valdez, desembarcó en un escenario aún caliente, movilizado, y trazó un puente imaginario que de los tamboriles de la murga uruguaya, que no reniegan de cierta nostalgia, dio paso al tambor alegre de la cumbia colombiana con su tradicional propuesta de vientos bien al frente y percusión, sin ningún prejuicio a la hora de transgredir algunas “normas” de lo que supone la tradición que, de hecho, es parte fundacional de la banda surgida en 2009 en Buenos Aires.

La Delio, un clásico local con muchas noches compartidas con el público de Rosario desde sus comienzos, terminó de encender la llama festiva de este sábado con su repaso por algunos de sus clásicos y algunas novedades, con su habitual mixtura de música e instrumentos que es transversal a los sonidos de Latinoamérica abrevando, también, en el jazz, la salsa e inevitablemente en el rock and roll.

Una docena de músicos-performers, porque en escena hacen bastante más que tocar, con un vestuario colorido, fulgurante, y atinadas coreografías, hizo vibrar el Anfiteatro desde las inaugurales “La Cancioncita” o “Negra, ron y velas” (infaltables), a cargo del frontman y timbalero Pedro Rodríguez, para dar paso luego a quien se convirtió en una especie de diva de la cumbia, la imponente Ivonne Guzmán, con las muy pedidas “De un tiempo a esta parte” y “Adiós amor”, y más tarde “Inocente”, con su mezcla perfecta de voz, movimiento y seducción, convertida en una cantante que es casi una aparición en el contexto de un show al que le aporta talento y glam.

La propuesta, de nivel internacional a partir de que conjugan varios géneros latinos con un evidente criterio de puesta en escena, que potencian con la presencia de músicos de excepción que disfrutan de algo muy lúdico en el escenario, se fue armando además con la suma de figuras como es el caso del cantante Black Rodríguez que además de los clásicos colombianos y de la impronta del “sonido guaguancó”, trajo una romántica y disruptiva versión de un clásico de Sandro, arrojando flores a una platea que no paró de gritar y bailar.

Pero acaso el momento más alto de la noche fue la aparición del Negro Rada en medio del show de La Delio, porque “siempre en los conciertos pasan cosas raras”, aunque por suerte “la mala” no apareció y “la cana”, como se cantaba en tiempos oscuros, modificando la letra, tampoco. Y así, los tambores fueron uno solo y “Blumana” volvió a sonar en Rosario, como en los primeros años 80, los de los regresos de las democracias en Latinoamérica, como un mensaje de eso que ahora hay que cuidar como nada, en una época donde la ultraderecha pregona una libertad que al mismo tiempo desconoce y de la que reniega, y donde bailar, gritar y decir lo que se piensa acaso pueda ser una salida posible.