Tras la firma del contrato entre la provincia de La Rioja y la empresa Osisko Mining Corporation, para la exploración del cerro Famatina con el objeto de, posteriormente, extraer oro u otros minerales a través de una mina “a cielo abierto” –lo que también se denomina “megaminería”–, los vecinos de la localidad iniciaron una protesta que se propagó a todo el país. La polémica se instaló, la polarización ganó terreno y hoy se debate si hay que estar a favor o en contra de la megaminería.
Los pobladores del lugar y militantes ecologistas critican la iniciativa porque sostienen que es altamente contaminante por la escala de la actividad, que al demoler rocas para separar los minerales provocaría daño ambiental. Por otra parte, para la obtención del oro se utiliza cianuro y agua, algo que los ambientalistas dicen que perjudica las reservas acuíferas por el uso masivo del líquido elemento como por el uso de elementos tóxicos que pueden llegar a cauces de río o napas, entre otras formas. En Famatina también lograron detener otro proyecto de la canadiense Barrick Gold, igualmente acusada de liberar metales pesados en el aire.
Otra mirada ofrece Osisko, que en un informe sostuvo que esta etapa es sólo una exploración, que el procedimiento no contaminará y que está asociada a empresas del Estado riojano, frente a las críticas de poca ocupación de mano de obra o de intervención neta de capitales extranjeros. El gobierno riojano también dio su visto bueno al proyecto mientras agregó la necesidad de generar una actividad económica que contenga a la población que, ante la falta de oportunidades, termina migrando hacia Buenos Aires. Sin embargo, el gobernado Luis Beder Herrera al observar la oposición al proyecto decidió detenerlo y buscar otras formas de consenso con la población de su provincia.
La cuestión también se instaló en la provincia de Catamarca donde actualmente se desarrolla un proyecto de megaminería en Bajo La Alumbrera. Desde Andalgalá, la población vecina, surgieron nuevos reclamos donde, incluso llegó a haber enfrentamientos de ambientalistas con la policía y con defensores del emprendimiento. La gobernadora, Lucía Corpacci, defendió los trabajos que se realizan en La Alumbrera y destacó que allí no se usa cianuro. Así y todo, decidió iniciar una “Mesa de Diálogo Minero” para la que convocó a ambientalistas y vecinos.
Otros que apoyan la megaminería son algunas universidades nacionales que realizaron estudios donde no encontraron formas de contaminación –si se realizan correctamente– y decidieron recibir un subsidio de las empresas ligadas a la actividad. Los especialistas afirman que no recibieron ninguna prueba firme de la contaminación y que los procesos son cuidadosos.
Una de las grandes riquezas de la Argentina se encuentra en las montañas, justamente en provincias empobrecidas. Un buen paso para el desarrollo sería extraer el material para hacer funcionar las industrias. Pero si los procesos contaminan se pondría en riesgo el presente y el futuro de la población, a la vez que quedaría trunco el desarrollo buscado. El debate está instalado. Sin embargo, hay mala información e intereses creados que operan como factores que juegan en contra de una fácil dilucidación del tema.
Un conflicto acuñado en la historia argentina
La fama casi mítica del “oro del Famatina” viene de la época incaica cuando esa civilización extraía minerales del cerro. Luego movilizó gente en la época colonial cuando el conquistador español Juan Ramírez de Velazco, gobernador de Tucumán y, posteriormente, del Río de la Plata, llegó a la sierra de Famatina en 1592 buscando hacerse con el preciado metal que no pudo encontrar. Pero, incluso los proyectos debieron esperar hasta después de la independencia, en 1816. Alrededor de 1818, cuando Ramón Brizuela y Doria era gobernador en La Rioja, se iniciaron los primeros emprendimientos dedicados a la exploración y explotación de minerales en la Sierra de Famatina, aunque estos negocios no prosperaron.
En 1825, Facundo Quiroga nombró al financista porteño Braulio Costa presidente del proyectado Banco de La Rioja. Para lograr el sustento en metal, la Legislatura riojana adjudicó la explotación de las minas del cerro Famatina al Banco, que todavía era un plan, y le dio la exclusividad del derecho a acuñar moneda con los metales extraídos. Para la explotación, se organizó la Famatina Mining Company, con capitales de socios británicos, traídos por Costa. Pero el proyecto chocó con otro emprendimiento porque al mismo tiempo, Bernardino Rivadavia organizó la empresa Río de la Plata Mining Association, a la que le dio los mismos derechos.
Como el Congreso General de 1824 daba a las provincias soberanía sobre sus recursos, La Rioja tendía a favorecer la empresa de Quiroga y por ello, Rivadavia realizó lobby y logró que el Congreso lo eligiese para presidente de la naciente República y desde ese cargo pretendió someter a los estados provinciales a su autoridad. Como consecuencia, el Congreso, a iniciativa del presidente, otorgó la exclusividad de la acuñación de moneda en el país a la River Plate Mining.
El conflicto entre Rivadavia y Quiroga por los metales de Famatina llevó a la primera guerra entre unitarios y federales en el interior, que terminó con una clara victoria de Quiroga. No obstante la derrota y la renuncia de Rivadavia a la Presidencia – relacionada pero no causada por esa derrota – no llevaron al éxito a la Famatina Mining, que terminó por quebrar. No hubo nuevas acuñaciones de moneda riojana hasta las muy escasas de la década de 1840, y por muchos años más, la moneda que circuló en la Confederación Argentina fue de origen boliviano.
Opiniones